La ‘Puerta del Infierno’ se apaga después de 54 años de incendios y gases tóxicos
Resumen
El cráter de Darvaza, encendido en 1971, inicia su apagado 54 años después. Turkmenistán utiliza pozos de derivación para reducir el incendio y emisiones de metano. Además, acciones con el PNUMA buscan disminuir un 30% las emisiones antes de 2030.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Por primera vez desde 1971, el fuego eterno del cráter de Darvaza, en el desierto de Karakum, muestra señales de apagarse. Este fenómeno, que durante más de medio siglo ha ardido día y noche emitiendo metano y dióxido de carbono, fue encendido por accidente por científicos soviéticos en su intento por controlar una fuga de gas natural. Hoy, después de décadas de contaminación, el gobierno de Turkmenistán asegura haber comenzado a sofocar las llamas.
La historia de la conocida "Puerta del Infierno" comenzó cuando un equipo de geólogos soviéticos perforó una bolsa subterránea de gas en el desierto central de Turkmenistán. El terreno colapsó, creando un cráter que rápidamente se convirtió en una amenaza ambiental. Como solución de emergencia, los científicos decidieron prenderle fuego al metano con la esperanza de que ardiera durante unos días. Sin embargo, la llama ha persistido durante más de 54 años.
Irina Luryeva, directora de Turkmengaz, la compañía estatal de energía, anunció recientemente durante una conferencia internacional sobre medioambiente que el fuego del cráter ha comenzado a menguar. “Antes, un enorme resplandor del incendio era visible a varios kilómetros de distancia, de ahí el nombre ‘Puerta al Infierno’; hoy solo queda una tenue fuente de combustión”, declaró.
La reducción del incendio se ha logrado mediante la perforación de pozos de derivación que capturan el gas antes de que llegue al cráter. “Los niveles de gas natural dentro del cráter están disminuyendo y se reduce el tamaño del incendio. Los pozos eliminan la fuente de gas que ha alimentado las llamas durante décadas”, explicó Luryeva.
Un legado de contaminación
Si bien se convirtió en una exótica atracción turística, el cráter de Darvaza también se transformó en una fuente masiva de contaminación. El metano es un gas de efecto invernadero al menos 80 veces más potente que el CO₂ a corto plazo, y Turkmenistán es uno de los mayores emisores del planeta debido a fugas en sus yacimientos de gas.
Datos de la empresa Kayrros revelan que solo en 2022, los dos principales yacimientos de Turkmenistán emitieron más de 4,4 millones de toneladas de metano, superando el impacto climático de todas las emisiones de carbono del Reino Unido ese mismo año.
En respuesta a esta situación crítica, el gobierno turcomano lanzó en marzo de 2024 un proyecto conjunto con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) para monitorear y reducir sus emisiones de metano. Utilizando la plataforma satelital MARS, Turkmenistán puede ahora rastrear en tiempo real las fuentes contaminantes y ajustar sus operaciones industriales para mitigarlas.
Con estos avances, Turkmenistán se ha propuesto reducir sus emisiones de metano en un 30 % para 2030. Además del impacto climático, esta medida busca mejorar la salud de las comunidades cercanas, muchas de las cuales han estado expuestas durante décadas a contaminantes tóxicos.