Resumen
Un grupo de estudiantes y profesionales halló una rana arlequín del "Monito" (Atelopus monohernandezii), tras 41 años, en la Serranía de los Yariguíes. Este descubrimiento ha impulsado el Proyecto Atelopus "Monito" para conservar su hábitat y proteger esta especie críticamente amenazada.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Gracias al interés y la pasión por la conservación de la biodiversidad, un grupo de estudiantes y profesionales en herpetología de la Escuela de Biología de la UIS logró hallar, después de 41 años, un individuo de la rana arlequín del “Monito” (Atelopus monohernandezii) en la Serranía de los Yariguíes. Este pequeño y cauteloso anfibio, endémico y críticamente amenazado, se creía prácticamente extinto.
La rana arlequín del “Monito” fue una especie muy común y abundante hasta la década de 1980 en las inmediaciones de la única localidad donde ha sido vista, el corregimiento de Virolín, en Charalá, Santander, cerca del área protegida del Santuario de Flora y Fauna Guanentá. Posteriormente, estas poblaciones sufrieron una drástica reducción como resultado de una enfermedad infecciosa causada por un hongo voraz (Batrachochytrium dendrobatidis) y su efecto sinérgico con la degradación de su hábitat.
El nombre de esta especie de rana arlequín fue puesto como homenaje póstumo al gran biólogo, naturalista y ser humano Jorge Ignacio Hernández Camacho, a quien muchos amigos y allegados llamaban cariñosamente “Monito” o el “Mono” Hernández. El Monito fue un maestro para muchas generaciones de biólogos, geólogos y naturalistas que es recordado con mucho cariño y admiración por todas sus enseñanzas y su importante contribución al conocimiento de la biota colombiana.
La rana arlequín del Monito se convierte hoy en una bandera de la conservación de los bosques andinos de Santander.
Este importante hallazgo se dio en el mes de octubre de este año, en una zona de producción agrícola en la Serranía de los Yariguíes. La rana Atelopus monohernandezii es una de las dos especies de ranas arlequines presentes en el departamento de Santander, junto con Atelopus mittermeieri.
Al igual que casi el 80% de las 41 especies de este grupo de anfibios en Colombia, se encuentra gravemente amenazada por factores como la contaminación de las fuentes de agua donde habita, la destrucción de los bosques debido a la expansión de la frontera agropecuaria, la presencia de especies invasoras y, principalmente, por el hongo conocido como “Quítrido”, responsable de la grave disminución de numerosas poblaciones de anfibios en todo el planeta.
Esta especie pertenece a un grupo de anfibios denominado comúnmente como “sapos arlequines”, caracterizados por sus colores llamativos, hábitos diurnos y vida cercana a cuerpos de agua, especialmente quebradas andinas, aunque hay algunas especies típicas de tierras bajas. El Atelopus monohernandezii se distingue por su color dorsal, que varía de café oscuro a claro, y su región cefálica con manchas de tonos que van del café oliváceo al amarillo. Los flancos del cuerpo y el vientre de las hembras son café rojizo, mientras que la gula y el pecho presentan un color café claro a canela; en algunos machos aparecen manchas de tonos blanquecinos a crema.
Compromiso con la conservación
de esta especie en peligro
Este hallazgo motivó la creación del Proyecto Atelopus “Monito”, una iniciativa liderada por el grupo de profesionales y estudiantes entusiastas de la herpetología de la Escuela de Biología y del Grupo de Estudios en Anfibios y Reptiles de Santander (GEARS) de la UIS.
Este proyecto tiene como propósito promover la conservación de los bosques donde habita esta especie mediante la gestión de recursos para comprar predios y crear reservas naturales que protejan todo el ecosistema asociado a la presencia de la especie.
El declive poblacional y, en algunos casos, la extinción completa de muchas de las ranas arlequines ha motivado la investigación y la implementación de diferentes estrategias de conservación en Centro y Sur América. En Colombia, existen iniciativas en la Sierra Nevada de Santa Marta, la Costa Pacífica y en algunas poblaciones de especies de la Cordillera Central y Oriental. Sin embargo, en el caso de las especies santandereanas no había sido posible dar buenas noticias luego de exhaustivos muestreos y expediciones a lo largo y ancho del departamento.
Según los investigadores de la UIS, este ecosistema donde fue hallada la rana está siendo transformado en potreros y cultivos de aguacate, ya que no se encuentra dentro de un área protegida. A través de esta iniciativa, se busca también empoderar a las comunidades con el conocimiento necesario para administrar estas reservas y garantizar un uso sostenible de sus riquezas naturales.
Para ellos es muy importante tomar medidas inmediatas para salvaguardar lo que podría ser la última población de Atelopus monohernandezii, y por eso hacen un llamado a la comunidad para unirse a esta iniciativa y apoyar el desarrollo de actividades que permitan el monitoreo de la especie, la compra de los predios que servirán como resguardo perpetuo para la especie y su ecosistema, y generar material didáctico que apoyará las labores de educación ambiental.