La violencia contra la policía
Resumen
La Policía Nacional de Colombia enfrenta ataques del “plan pistola”, incentivados por el crimen organizado. Es esencial brindarles respaldo político, jurídico y social para resistir y proteger nuestra democracia y seguridad.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Por: Luis E. Gilibert
Un grito que no podemos ignorar. La Policía Nacional de Colombia enfrenta hoy uno de los momentos más dolorosos y alarmantes de su historia reciente. Nuestros hombres y mujeres, portadores del uniforme de esta noble institución, son víctimas de un nuevo y atroz “plan pistola”, vieja estrategia donde el crimen organizado ofrece jugosas recompensas para quienes atenten contra la vida de estos servidores públicos y se apoderen de sus armas de dotación, como testimonio de sus homicidios.
Estos ataques cobardes ejecutados a mansalva y sobre seguro para preservar la vida del sicario, evocan épocas trágicas que creímos superadas, cuando el narcotráfico, liderado por aleves y reconocidos asesinos en su expresión más salvaje, desangraba al país y la Policía Nacional no fue inferior a sus responsabilidades, enfrentado la situación con profesionalismo y decisión.
Resulta inconcebible que, tras décadas de sacrificios, reformas y luchas heroicas, nuestros policías vuelvan a enfrentar semejante barbarie; más doloroso aún es constatar la indiferencia de buena parte de la sociedad ante esta tragedia. El irrespeto por la autoridad legítima, la pérdida de valores y la falta de solidaridad con quienes arriesgan a diario su vida por la seguridad de todos, reflejan una crisis profunda de nuestro tejido social.
Hoy, más que nunca, debemos recordar que la Policía Nacional no es simplemente una fuerza armada; es una institución esencial para la democracia, garante de los derechos y libertades de todos los colombianos; su profesionalismo, forjado en años de experiencia y evolución, acompañados de una filosofía y doctrina institucionales basadas en los derechos humanos, ha sido fundamental para resistir los embates más duros de nuestra historia.
Esos policías, esos hombres y mujeres vestidas de verde oliva, necesitan un apoyo real y efectivo. Un respaldo político, que se traduzca en decisiones firmes y coherentes para enfrentar la criminalidad sin titubeos. Un respaldo jurídico que les garantice protección legal en el ejercicio de su deber, evitando que sean perseguidos injustamente por defender la vida, honra y bienes de la sociedad. Y, sobre todo, un respaldo social, manifestado en el respeto, el reconocimiento y la solidaridad hacia quienes sacrifican tanto en favor de la paz y la convivencia.
Colombia no puede permitir que su institucionalidad sea arrasada nuevamente por el miedo y la violencia. Es hora de rescatar la autoridad legítima, de valorar a quienes portan el uniforme y de entender que una sociedad sin fuerzas del orden fuertes y respetadas está condenada al caos. La Policía Nacional es grande porque sus hombres y mujeres han sabido resistir, adaptarse y servir incluso en medio de las peores adversidades.
Es el momento de que Colombia esté a su lado, sin ambigüedades ni vacilaciones. Repetimos lo que hemos sostenido en tiempos pretéritos: "¡Cómo nos duele la muerte de nuestros policías!”