Resumen
En "Cien años de soledad", los abogados son personajes cínicos que defienden intereses con artimañas legales, desvirtuando las demandas de los trabajadores de la compañía bananera, ilustrando una realidad donde la justicia se manipula para lograr fines propios.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Por: Erica Lucía Martínez Nájera
Gabo incluye dentro de su novela ‘Cien años de soledad’, a los abogados. Unos personajes que merodean en la historia desde la época del coronel Aureliano Buendía durante la guerra entre liberales y conservadores, hasta la época de Aureliano y José Arcadio Segundo representando los intereses de la compañía bananera.
Los presenta como unos decrépitos señores vestidos de negro, especuladores profesionales, que defienden con el “cinismo de sus panegíricos” fines, intereses e ideas contradictorias. En una parte de la historia, estos abogados regresan a Macondo como apoderados de la compañía bananera, ante los reclamos de los trabajadores por sus condiciones laborales.
Con un relato de las estrategias que usaron para desvirtuar las peticiones de los trabajadores, nos cuenta que “con arbitrios que parecían cosa de magia”, primero impidieron la notificación a la compañía bananera del pliego de peticiones, después hicieron que los representantes de la compañía fingieran que habían salido de Macondo, y cuando encontraron a uno de ellos y lo hicieron firmar demostraron en juicio que ese representante no estaba vinculado con su cliente y para reforzar su argumento, lo hicieron ir a la cárcel por usurpar funciones.
Cuando el representante principal de la empresa fue pillado en el pueblo, y firmó el pliego, lo hicieron aparecer disfrazado ante los juzgados para hacerse pasar como un vendedor de plantas medicinales y le inventaron otra identidad. Como los trabajadores insistían en que en realidad el hombre disfrazado si era el representante de la empresa, estos exhibieron un certificado de defunción de este, en el que constaba que había sido atropellado en Chicago por un carro de bomberos.
Cansados del ‘delirio hermenéutico’, llevaron sus quejas a los Tribunales fuera de Macondo, y los abogados, como ‘ilusionistas del derecho’, argumentaron que en realidad la empresa no tenía trabajadores, y lograron que el fallo del Tribunal determinara la inexistencia de estos. Entonces la huelga estalló, y en la novela esa huelga termina en la muerte de más de tres mil personas en la estación del tren.
En esta obra literaria, el abogado es un personaje experto en leer entre líneas, y para defender sus pretensiones, es capaz de inventarse cualquier estrategia en pro de sus objetivos. No le interesa ni la verdad, ni la justicia, sino interpretar el derecho para conseguir su propósito. Es experto en acomodar la ley a su favor, y sobre todo es capaz de hacer que los demás le crean.
Recordé una cita que escribieron en la portada del primer libro que me regalaron cuando empezaba a estudiar Derecho. Era de la carta a los Gálatas: “Por el camino de la ley nadie llega a ser justo a los ojos de Dios”.
Nuestros actos, bien pueden hacer estallar una huelga, o evitarla. ¿Qué clase de abogados somos? ¿Estamos condenados a ser como los de ‘Cien años de soledad’ o tendremos una segunda oportunidad sobre la tierra?