“Me hirieron, pero la idea era matarme”: sicario de Miguel Uribe durante sus primeras confesiones en la Fiscalía
Resumen
Un menor detenido por el atentado contra el senador Miguel Uribe revela cómo fue reclutado y usado por una red criminal. Su testimonio destaca su difícil entorno familiar y la implicación de adultos en la logística del crimen, exponiendo fallos en su protección y rehabilitación.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
El relato de un menor detenido como autor material del atentado contra el senador Miguel Uribe ha permitido a las autoridades no solo reconstruir los hechos del crimen sino también exponer la estructura que lo instrumentalizó y la dura realidad social que lo empujó hacia el delito.
Según narró el joven durante sus primeras declaraciones en la Fiscalía General de la Nación, testimonio recogido por la revista Semana, su vida estuvo marcada por la pérdida de su madre en la infancia, un padre ausente con antecedentes de violencia intrafamiliar —actualmente radicado en Polonia— y un largo historial de problemas de adicción.
Pese a haber pasado por varios programas del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), nunca logró desvincularse del entorno criminal. Su abuela, a quien identificó como su único apoyo, ha pedido reiteradamente protección, ante posibles represalias por la colaboración del menor con las autoridades.
Detalles de la secuencia criminal
El adolescente, herido durante su fallido intento de fuga, confesó haber sido reclutado a la fuerza y utilizado como ejecutor sin intención alguna de cumplirle el pago prometido. “Nunca me iban a dar esa plata porque consideraban que de esa no salía con vida”, declaró ante la Fiscalía. Su testimonio desmiente así las versiones que circulaban en redes sociales sobre una posible complicidad voluntaria.
Además de relatar los detalles del atentado, el menor aportó información clave para identificar a otros involucrados, incluyendo a tres personas que lo acompañaron en un vehículo antes de cometer el crimen. Entre ellos figuran alias “el Costeño”, su pareja sentimental y un conductor, este último ya judicializado.
Según reveló la investigación, estos adultos jugaron un rol crucial en la logística del atentado: proporcionaron el arma, coordinaron los movimientos y dieron instrucciones precisas al menor. “Lo dejaron solo en medio de la balacera y la persecución”, aseguró, confirmando que su vida fue utilizada como moneda de cambio desechable por la red criminal.
Las autoridades han valorado su colaboración como determinante para esclarecer la estructura detrás del atentado y dar con los responsables intelectuales. Mientras tanto, su testimonio pone de relieve la urgente necesidad de revisar los mecanismos de protección y rehabilitación del Estado para menores en riesgo, antes de que sean absorbidos por el crimen organizado.