Menstruar con dignidad aún es un lujo para millones en Colombia
Resumen
Millones en Colombia enfrentan la menstruación sin acceso a productos higiénicos básicos ni educación adecuada, perpetuando el estigma y afectando la salud y la educación. Una urgencia que demanda políticas integradoras y apoyo de toda la sociedad.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
En Colombia, hablar de menstruación aún es sinónimo de vergüenza, improvisación y silencio. Pero detrás del tabú persiste una realidad cruda: millones de personas, especialmente niñas y mujeres de bajos recursos, enfrentan su ciclo menstrual sin acceso a productos higiénicos adecuados, sin condiciones sanitarias dignas y sin educación suficiente para comprender y gestionar su salud menstrual.
Con motivo del Día Mundial de la Higiene Menstrual, la compañía global de higiene y salud Essity lanzó una radiografía sobre la situación de la menstruación digna en Colombia y el mundo. El informe destaca una problemática alarmante: más de 500 millones de personas en el planeta no pueden gestionar su menstruación de forma segura y saludable. En Colombia, el 94 % de las mujeres de estratos bajos ha tenido que utilizar trapos, papel higiénico o fragmentos de ropa para sustituir productos como toallas higiénicas.
“En Essity, creemos que menstruar no debe ser un obstáculo para estudiar, trabajar o vivir con dignidad. Por eso, reafirmamos nuestro compromiso de contribuir a eliminar las barreras que impiden una menstruación segura y respetuosa”, expresó Julián Mora, director de Marketing de Intimate Hygiene de Essity. “A través de nuestra marca Nosotras, investigaciones y programas educativos, trabajamos para promover el acceso a productos de higiene de calidad, romper los estigmas y generar conciencia sobre la importancia de integrar la salud menstrual en la agenda pública, educativa y empresarial”, añadió.
El más reciente informe del DANE reveló que el 15,1 % de las mujeres colombianas ha enfrentado dificultades económicas para acceder a productos de higiene menstrual, con cifras más preocupantes en Sincelejo (33,7 %), Ibagué (24,5 %) y Cúcuta (22,7 %). El mismo informe mostró que solo el 55 % de las personas se considera bien informado sobre el tema, lo cual refleja un déficit profundo de educación sexual y de salud pública en el país.
A esto se suma que, según una investigación de la consultora Caja, el 92 % de las mujeres de estratos bajos ha tenido que recurrir a sustitutos inseguros como trapos o papel higiénico, el 84 % ha sufrido accidentes relacionados con la menstruación al salir de casa, y el 75 % ha sentido vergüenza al pedir prestada una toalla higiénica.
Más allá de lo material, el costo emocional y físico es alto. Estudios de Essity revelaron que el 62 % de las mujeres reporta un deterioro en la calidad del sueño durante su menstruación, y un tercio no logra descansar por miedo a manchar las sábanas. En entornos escolares, el problema se agrava: la falta de acceso a baños adecuados y productos de higiene lleva a la inasistencia o al abandono escolar. En India, por ejemplo, el 23 % de las niñas deja de ir al colegio por no tener condiciones dignas para gestionar su periodo.
En Colombia, Essity ha trabajado durante 35 años para reducir estas barreras, especialmente a través de su marca Nosotras, que ha llevado productos y educación menstrual a más de un millón de niñas y niños en colegios del país, desde San Andrés hasta el Amazonas. Solo en el último año, la compañía colaboró con más de 2.500 instituciones educativas públicas y privadas.
Además, se han desarrollado acciones comunitarias, incluyendo la entrega de productos de higiene a mujeres privadas de la libertad, reafirmando el compromiso de la empresa con una menstruación equitativa y sin estigmas.
Cinco retos estructurales
Essity identificó cinco retos prioritarios que deben abordarse con urgencia desde todos los sectores:
- Acceso deficiente a productos y servicios: Aún hay millones de personas sin acceso a productos menstruales seguros, instalaciones sanitarias adecuadas ni agua potable.
- Persistencia del estigma: El silencio y la desinformación siguen perpetuando mitos que dañan la autoestima y salud de las personas menstruantes.
- Impacto en la educación: Las condiciones indignas en escuelas causan ausentismo, pérdida académica y deserción escolar.
- Consecuencias en la salud y economía: El uso de materiales inseguros provoca infecciones, accidentes y ansiedad, afectando la salud integral y la calidad de vida.
- Brechas en políticas públicas: Falta una política estatal sostenida, con enfoque interseccional, que garantice el acceso equitativo a la salud menstrual.
La salud menstrual no es un tema menor ni individual: es un asunto de derechos humanos, salud pública y equidad. Reconocerlo y actuar en consecuencia es urgente. Para lograrlo, Essity plantea cuatro áreas clave de transformación: garantizar el acceso a productos de calidad, asegurar condiciones sanitarias adecuadas, educar sin tabúes ni prejuicios y normalizar la menstruación como parte de la vida cotidiana.
“Hoy más que nunca, es momento de reconocer la menstruación como un asunto de salud pública, equidad y derechos humanos. Es momento de garantizar que todas las personas, sin importar su condición social o lugar de origen, puedan menstruar con dignidad”, concluyó Julián Mora.