Resumen
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Por: María Carolina Cárdenas R.
En el marco del Encuentro Nacional de Redes de Educación para la Paz convocado por el Ministerio de Educación Nacional, el cual se desarrolló esta semana que culmina, compartíamos algunos hechos y datos frente a los desafíos que tenemos en las aulas para la construcción de paz. Las disidencias de las Farc han utilizado las escuelas para resguardarse de las autoridades, por lo que niños y maestros no quieren regresar a sus clases por miedo a esta situación cada vez más aguda en los territorios. Se reporta que cerca de 70.000 estudiantes han abandonado la escuela en básica media en todo el país.
Ahora bien, teniendo en cuenta las Pruebas Saber Pro podemos concluir cosas como que los estudiantes de noveno grado no saben resolver conflictos y que de hecho lo hacen mejor los niños de tercero primaria; así como no creen en la institucionalidad. De igual manera confirmamos que las niñas son más empáticas y que en general seguimos muy deficientes en lectura y escritura.
Por otro lado, en Colombia, según información de la Procuraduría frente a los casos de violencia sexual, en una muestra de 179 instituciones se registraron 178 episodios los primeros tres meses de este año. Así como en el mismo número de colegios se presentaron 699 casos de acoso escolar y 172 casos de ciberacoso; de manera que no hemos logrado que la escuela sea un lugar seguro para nuestros niños y niñas; como tampoco hemos logrado que deje de ser un escenario impactado directamente por el conflicto armado.
Sin embargo, pese a este grave panorama existen maestros y maestras decididos, que se han convertido en actores políticos con liderazgos territoriales esenciales para las comunidades, razón por la cual muchas veces han sido violentados en sus comunidades por los actores del conflicto, como se ha documentado en diferentes informes del CNMH. Maestros que entregan su vida al cuidado de la otredad y no renuncian a la apuesta de una educación que transforme ciudadanías.
Por ello me adhiero a señalar públicamente la necesidad de fortalecimiento de estrategias pedagógicas que desarrollen pensamiento histórico y no solo crítico, tanto en docentes como en los estudiantes; trabajar en una deconstrucción curricular que nos permita repensarnos a qué sociedad estamos apuntando a partir del ejercicio en aula; una incorporación de los elementos de memoria y verdad de manera transversal y no como ‘temas’ de una materia; convertir la verdad en valor estructural para la sociedad; robustecer el trabajo para la no estigmatización y, más importante aún, garantizar atención psicosocial para maestros y estudiantes. Que la paz trascienda del uso politiquero y se convierta en una verdadera apuesta de país.
