Resumen
El artículo critica la política de Santander, señalando que los intereses personales suelen prevalecer sobre el servicio público. Destaca el caso del diputado Jesús Alfredo Ariza como un ejemplo de cómo se manipula a los novatos políticos para fines egoístas.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Por: Oscar Jahir Hernández Rugeles
Santander es un departamento donde las lecciones en política, cuando se trata de escoger candidatos a las corporaciones públicas, no se aprenden. Aquí las decepciones electorales se cuentan por docenas y los fracasos en materia de liderazgos se acumulan por centenas, mientras los votantes se llenan de esperanzas una y otra vez al vaivén de cada elección.
Lo que pasó en esta Semana Santa al interior de la Asamblea de Santander deja una lección muy grande para los votantes y sobre todo para aquellos que sin haber hecho política en su vida creen que con el poder del dinero y las promesas de quienes los embaucan en ese camino, van convertirse en increíbles líderes sociales o estrellas de la vida pública.
Desde hace mucho tiempo está comprobado que la mayoría de empresarios que se inmiscuyen en los caminos de la política terminan perdiéndolo todo en los primeros vados que se encuentran en su andar, pero aún así, se siguen lanzando al abismo sin entender que quienes están abajo también han caído, razón por la cual no están dispuestos a salvar a nadie que al final termine sirviéndoles como alimento para seguir viviendo.
Quien en política no inicia un camino propio y no abre sus propios surcos en terrenos no labrados, está condenado a la suerte que le marquen en la frente quienes habrán de usarlos para sus propios fines. Al grupo político que convenció al diputado Jesús Alfredo Ariza de meterse en estas lides, jamás le pasó por la cabeza ayudarlo a tener unas mejores condiciones de crecimiento personal que lo ayudaran a enfrentar ese monstruo insaciable llamado poder. Ni sus condiciones académicas ni personales auguraban un buen final, por eso fue más importante llegar a ocupar una curul que prepararlo mental y espiritualmente para lo que se le avecinaba a él y a toda su familia.
Al político caído en desgracia por los mismos hechos que hoy aquejan a Ariza y que lo convenció de meterse en la arena política, solo le importan sus intereses personales, los cuales incluían la puesta en marcha de la conformación de una lista a la Cámara de Santander que le permitiera seguir usufructuando el poder que jamás ha puesto al servicio de quienes se lo otorgan: los ciudadanos. No sé con qué cara van a salir ahora a recetar a los santandereanos una fórmula política para las elecciones que se avecinan, pero lo que sí tengo claro es que van a seguir como langostas acabando con todo lo que encuentren a su paso porque no tienen otra naturaleza distinta que crecer sobre lo destruido.
Es increíble que después de tantos años de miseria, de mentiras y de miserablezas con la gente, esa misma gente siga entregándoles su voto a quienes no merecen otra cosa distinta que el desprecio ciudadano.
El escándalo de Ariza marca en Santander el inicio de las elecciones al Congreso y es el primer campanazo de alerta de lo que se nos avecina.