Por menor abusada en Santander, Corte Suprema efectuó en fuerte llamado a la ciudadanía: “Una sociedad que calla o censura a quien denuncia se convierte en cómplice”
Resumen
La Corte Suprema de Justicia ratificó la condena por actos sexuales con menor de catorce años y realizó un fuerte llamado a la erradicación de la estigmatización de las víctimas. El caso evidencia la dolorosa revictimización que enfrentan los menores agredidos.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)La Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia ratificó la condena impuesta a un individuo por el delito de actos sexuales con menor de catorce años, un fallo que surgió del Tribunal Superior de Bucaramanga, y que llegó a la Corte Suprema tras una solicitud final de revisión del proceso. El expediente abrió un fuerte debate frente a la estigmatización que hay contra las víctimas de delitos sexuales en Colombia, al punto de que la menor agredida tuvo que cambiar de colegio ante la presión social.
Por Camilo Ernesto Silvera Rueda - Redacción Política / EL FRENTE
Sin embargo, lo más llamativo del caso es que al confirmar la decisión, la alta corte emitió un enérgico llamado para erradicar la estigmatización que sufren las víctimas de este tipo de crímenes, bajo el supuesto de que la revictimización es el dolor que está mucho más allá del abuso sexual.
El caso se remonta a un incidente en Girón, Santander, donde una menor fue agredida por el padre de una amiga en la casa de una vecina, siendo además amenazada para mantener silencio. Aunque el agresor fue absuelto en primera instancia, el Tribunal Superior de Bucaramanga revocó esa decisión y lo condenó.
Al analizar el expediente, la Corte Suprema de Justicia evidenció la profunda estigmatización que sufrió la menor. Esta situación la llevó incluso a tener que cambiar de colegio, un hecho que la Sala calificó como un acto de revictimización.
La Corte señaló que "la afectación que sufre un menor de edad víctima de este tipo de delitos no se agota con el acto violento o abusivo, pues es común ver que estos queden expuestos al rechazo social, a la estigmatización, a la autoexclusión y a otras formas de revictimización que prolongan su sufrimiento y que pueden acompañarlos durante toda la vida". La Sala lamentó que estas agresiones provengan de entornos que deberían ofrecer protección y contención, como la escuela, la comunidad e incluso el propio sistema judicial.
"La violada": El cruel
estigma que sufrió la víctima
La sentencia detalla el calvario de la víctima, identificada como Y.N., tras denunciar la violencia sexual: "Tras denunciar un acto de violencia sexual, Y.N. fue rechazada y estigmatizada en su colegio, pues sus compañeros de escuela la llamaban «la violada»; su credibilidad fue cuestionada por sus profesoras y por la mamá de su mejor amiga; tuvo que cambiar de colegio por no encontrar allí las mínimas garantías de dignidad y respeto e incluso, perdió a su mejor amiga. De modo que, lejos de ser protegida, dada su extrema vulnerabilidad, fue revictimizada y acosada por parte de personas que integraban su entorno escolar y social, y de quienes ella esperaba encontrar algún tipo de respaldo".
Una sociedad cómplice del silencio
La Corte subrayó que una sociedad que calla, duda o sanciona socialmente a quien se atreve a hablar, se convierte en cómplice de la violencia y el abuso. "El respeto por la dignidad humana de los menores de edad exige que los jueces y la comunidad comprendan adecuadamente el profundo contenido de injusticia de esos actos y la reprochabilidad que conllevan", afirmó la Sala.
Finalmente, la Corte exaltó el valor de Y.N.D.M. por defender sus derechos y llevar su caso ante la justicia, a pesar de los numerosos obstáculos enfrentados. La sanción penal, concluyó la corporación, no solo se justifica como respuesta a la violación del ordenamiento jurídico, sino también como un acto de reparación simbólica y social, reafirmando que los derechos de los niños, niñas y adolescentes son preferentes e inviolables y que la justicia no es indiferente a su sufrimiento.
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