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Pretexto y contexto

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Resumen

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Como suele sucederme, sin pensarlo, encontré uno de mis más queridos secretos, y se trata nada más y nada menos que de mi viejita caja de cartón de cachivaches, qué por su deteriorado estado, fue necesario empotrarla en otra más renovada en su aspecto. Sin embargo, esta cajita también está amenazada de jubilarse en ese oficio de guardar secretos aparentemente inútiles. Aunque mi adorable cajita es tan pequeña que no estorba en ningún rinconcito, por su estado debo tener mucho cuidado de no confundirla con los aparatos del reciclaje.

El tamaño de la cajita podría compararse fácilmente con la de una de zapatos, y al abrirla, su fantástico interior podría confundirse fácilmente con una mágica pantalla de proyección de cine, aún desconocida, en el mercado de la tecnología y la ficción… ese es nuestro más oculto y valioso secreto. Parece, que en el interior de la cajita existiera una confortable zona Wi Fi y GPS, incorporados para conectarme a navegar por todos mis recuerdos, incluso los que aun podrían restaurarse para cambiar ciertas historias inconclusas; las que terminaron con un traumático desenlace, y las que durmieron en el olvido. ¡Es una maravillosa cajita!

En ella, más allá de su fondo, encontré un obsoleto celular, que después de muchos años de olvido funcionó de una forma inexplicable e irreverente como diría yo. Paso a creer, que su intención no fue más qué la de contrariarme y revolcar el sedimento de varios recuerdos de mi memoria, y por eso, hoy me pasó una ligera cuenta de cobro. ¡La reflexión!

Tan pronto lo encendí, el protocolo de ese desalmado y viejo aparato solo me permitió acceder al buzón de mensajes y al directorio de contactos eliminados. Encontré varios mensajes y entre ellos los de unos amigos para invitarme a tomar tinto y celebrar cualquier tontería. Ese reencuentro con esos mensajes, me lastimaron el alma cuando recordé que no pude asistir a esas invitaciones, porqué, lamentablemente, ese amargo tinto tuve que tomarlo tiempo después, al entregarle mis abrazos de condolencia a sus familias.

Minutos después, encontré los números telefónicos de numerosos amores fallidos junto a una tanda de mensajes que además dejaron entrever una lamentable “interferencia” en nuestra comunicación, por el contenido de palabras cariñosas aparentemente sin sentido y otras aparentemente ofensivas. Descubrí, que la comunicación también falló por la desacertada interpretación, y esto fue el detonante contundente para demoler esos afectos que terminaron como desechos en una escombrera. Por supuesto, reflexioné y entendí que la comunicación va mucho más allá de un vaivén de palabras y de la interpretación que se le dé. Una mala recepción y la errada interpretación puede convertirse en un arma letal para una relación, independiente del medio usado para este fin.

Dediqué un buen tiempo a investigar las causas sobre la frustrada comunicación, y evidentemente fue por falta de la misma. “Cualquier mensaje puede convertirse en tinta indeleble de nuestras” vidas, más aún, cuando creemos usar las palabras correctas e involuntariamente enviamos palabras imprecisas o capciosas. Dicen por ahí, que la conversación entre miradas es un mensaje perfecto.

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