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¿Qué pasa con el Área Metropolitana de Bucaramanga? Por: Juan Manuel Alvarez Cruz

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Resumen

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Pasando por las antiguas “Polis” como Atenas, Esparta o Siracusa, las “Ciudades Estado” de la Italia septentrional entre los siglos XI y XVIII  como Milán, Florencia y Venecia con un elevado poderío económico y político que no se veía en los demás países de Europa, y las urbes que dieron origen a la Revolución Industrial en Inglaterra; las ciudades han sido parte esencial en la evolución del ser humano como centros de interacción social y cultural donde se desarrollan actividades económicas, educativas y recreativas que ofrecen una amplia gama de oportunidades y recursos, concentrando al día de hoy más del 70 % de la población en países como Colombia. El crecimiento inusitado de estas reducidas porciones del territorio donde se concentra la actividad humana, ha generado retos importantes en los modelos de planeación bajo un esquema de sistemas que incluyen vínculos urbano – rurales, gobernanza, sostenibilidad y una visión supramunicipal con el firme objetivo de lograr el bienestar de quienes las habitan.

Si bien en la teoría lo antes descrito es el deber ser en la planificación urbana, en los últimos cuatro años en Bucaramanga vimos como más allá de los eslogan “Ciudad Región” o cambios de nombres al esquema asociativo, discursos difusos de articulación e integración para toma decisiones, y propuestas atentatorias a una visión metropolitana como el “Distrito Metropolitano” que promueven el centralismo, impiden el crecimiento de las ciudades intermedias y el desarrollo a partir de las proximidades, reduce la participación de la comunidad en la toma de decisiones y ahonda los problemas endémicos que sufre la región de individualismo y ausencia de trabajo mancomunado, nuestros mandatarios no fueron capaces de ponerse de acuerdo siquiera para definir un “pico y cédula” en tiempos de Covid19 o un “pico y placa ambiental” ante los altos niveles de contaminación del aíre, a pesar de contar con un esquema asociativo que los aglutina y debe ser el punto de encuentro buscando un consenso que beneficie a los habitantes de los municipios conurbados de Bucaramanga que, al día de hoy se encuentra en el ojo del huracán por las denuncias que fueron presentadas por el próximo alcalde de la capital santandereana.

Más allá de lo manifestado por Jaime Andrés Beltrán, esperamos que las denuncias sean aclaradas o en su defecto los entes competentes tomen cartas en el asunto, los problemas evidenciados en el Área Metropolitana de Bucaramanga (AMB) son estructurales y de ellos derivan otros como la falta de independencia en la toma de decisiones, déficit presupuestal, perdida de su razón primigenia de planeación del territorio, exceso de burocracia, perdida de la autonomía financiera, entre otros. En ese orden de ideas, como primer problema de base por enunciar, me refiero a la falta de voluntad política y poca legitimidad que cuenta la entidad frente a la ciudadanía, quienes la ven como una figura alejada, sobre todo en Floridablanca, Piedecuesta y Girón, ante la falta de liderazgo del municipio núcleo quién durante este mandato la percibió como una descentralizada más de su estructura administrativa.  La toma de decisiones aisladas por parte de cada municipio en temas como movilidad, ejecución de proyectos, sostenibilidad ambiental, manejo de residuos solidos y desarrollo territorial, con discusiones entre alcaldes o con el mismo gobernador, hacen imposible una planeación urbana acorde a los tiempos modernos, siendo el caso más preocupante el de Metrolínea S.A. donde se requiere el mayor compromiso de todos para su liquidación y puesta en marcha del nuevo ente gestor.

Un reflejo de la falta de voluntad de nuestros gobernantes en la articulación metropolitana es el obsoleto modelo de gobernanza y arquitectura institucional que mantiene la AMB, con un municipio grande que trata a sus conurbados como “infantes”, sin darse cuenta que son el futuro tanto del desarrollo territorial como económico de la región, impidiendo el crecimiento y progreso de acuerdo a sus potencialidades, tomando decisiones sin contar con el contexto y la realidad de las dinámicas de ocupación. En todo momento se habló de “BGA INTELIGENTE”, sin embargo, nunca se tuvieron en cuenta los demás municipios para tener una “región inteligente". La puesta en escena de las ciclo - rutas por parte de Bucaramanga, desconociendo que en los demás municipios del AMB habitan gran cantidad de las personas que van a la capital a desarrollar sus actividades económicas y sociales, dieron al traste un proyecto necesario en la búsqueda de sistemas de movilidad dignos para la gente, por citar un ejemplo de la falta de prospectiva regional de nuestros mandatarios.

Esos procesos de toma de decisiones con una participación inequitativa y poco proporcional, afecta fuertemente las finanzas del esquema asociativo, máxime con la perdida de la sobretasa ambiental para la ejecución de proyectos como el Catastro Multipropósito. Actualmente, el municipio núcleo aporta mediante transferencias el 68,67% al presupuesto de la entidad, mientras que Floridablanca lo hace con un 14,08%, Piedecuesta 16.72% y Girón con un ínfimo 0,43%, según datos tomados de informe de gestión, lo cual dice todo sobre el interés e involucramiento de los entes territoriales en la gobernanza de un Área Metropolitana que a pesar de sus problemas financieros sigue asumiendo responsabilidades y funciones mediante la creación de hechos metropolitanos sin contar con la debida capacidad instalada, el recurso humano, conocimiento y organización administrativa.

En reiteradas oportunidades desde esta tribuna se ha manifestado que, la clave de la solución de los problemas en movilidad, POT, seguridad, pobreza, informalidad y contaminación que aqueja el área metropolitana está en la planeación, hemos fallado demasiado en este rubro, y la capacidad de articulación y trabajo mancomunado de los entes territoriales de la región, ya sea bajo el modelo de un esquema asociativo o acuerdos de colaboración con municipios como Lebrija y Rionegro, partiendo desde la voluntad política, participación de la ciudadanía y el fortalecimiento de instituciones como la AMB, que tienen un potencial enorme pero con un presente complejo que debe ser analizado para plantear soluciones a futuro.

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