San Gil enfrenta plaga masiva de caracol africano
Resumen
La proliferación del caracol africano en San Gil preocupa por los riesgos sanitarios y ambientales. Este caracol, que afecta la salud, la fauna y la agricultura, ha invadido zonas urbanas y rurales. Autoridades y ciudadanos trabajan juntos para controlarlo.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
La comunidad sangileña ha encendido las alarmas por la proliferación masiva del caracol africano en diferentes sectores rurales y urbanos del municipio, un fenómeno que ha generado preocupación por los riesgos sanitarios y ambientales que representa.
Según los reportes más recientes, la mayor concentración de estos moluscos se ha detectado en el barrio Santander y en zonas veredales de la capital de la provincia Guanentá. La especie, conocida científicamente como Achatina fulica, ha sido catalogada como una de las 100 más dañinas del mundo por su alta capacidad de reproducción y su potencial para afectar la salud humana, la fauna y la agricultura.
“Este caracol tiene un impacto grave en las personas y en la naturaleza. Es fundamental que la ciudadanía avise de inmediato a las autoridades cuando se detecten ejemplares para evitar su propagación descontrolada”, indicaron voceros de la Alcaldía de San Gil.
Frente a esta problemática, las comunidades rurales han empezado a actuar de la mano con las autoridades municipales y la Corporación Autónoma Regional de Santander (CAS). Se han desarrollado jornadas de recolección y eliminación de caracoles con la participación activa de los habitantes, quienes buscan proteger tanto sus cultivos como la salud pública.
Uno de los métodos más efectivos recomendados durante estas jornadas ha sido el uso de sal, un recurso sencillo que permite exterminar tanto a los moluscos como a sus huevos, disminuyendo así la velocidad de reproducción.
Un invasor silencioso y peligroso
El caracol africano, originario del este de África, es hermafrodita y puede adaptarse a diversas condiciones ambientales, lo que explica su presencia tanto en entornos rurales como urbanos. Aunque no es venenoso, actúa como vector de bacterias y parásitos que pueden provocar enfermedades como la salmonela, la meningitis eosinofílica y la angiostrongiliasis abdominal.
A nivel agrícola, su voracidad representa una amenaza directa: puede consumir más de 500 especies vegetales, incluidas frutas, hortalizas y cultivos comerciales. Además, en zonas urbanas, se ha registrado su capacidad para dañar infraestructuras al ingerir materiales como pintura, estuco y concreto.