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Señor Gobernador, vamos al barrio San Martín

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Resumen

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Las encuestas son como las morcillas, decía Álvaro Gómez Hurtado, porque a todos les parecen ricas hasta que se enteran cómo las hacen. Por eso no logro entender que el estado anímico de un gobernante se vea afectado cuando un medio de comunicación revela una gráfica en la cual se muestra la disminución de su aprobación, favorabilidad o aceptación. La verdadera encuesta siempre estará en la calle, donde lo único que vale es el trabajo constante y persistente de la mano con la gente, porque es eso lo que construye la opinión y ante la fuerza de la verdad no hay mentira que se sostenga en el tiempo.

Caer en la trampa de la aceptación o el rechazo expresado en una encuesta que no alcanza ni el 0.9 por ciento de los votantes, es comenzar a echar por el desagüe no solo el ingente esfuerzo que implicó el hecho de llegar al poder, sino también, la gobernabilidad de un mandato dado por la ciudadanía a través de las elecciones.

Una gráfica en un periódico o una imagen en la televisión deben ser vistas como un insumo para mejorar algunos aspectos del gobierno y, la mayoría de las veces, para comprobar que dichos errores obedecen a la mediocridad o la desidia de algunos miembros del gabinete que, sin importar si son o no cuotas políticas, no cumplen con una labor propositiva en el gobierno. Muchos de ellos son los verdaderos responsables de la mala imagen institucional por no ser capaces de entender que, en sus funciones, son los principales replicadores del mensaje gubernamental. De ahí que produzca tanta desazón que después de casi un año de gobierno existan en las entidades secretarios de despacho a los que ni se les conoce la cara ni se les reconoce su existencia.

Todo esto lo menciono porque el gobernador Juvenal Díaz se vio envuelto la última semana en una crisis institucional a causa de la fuga de alias Pichi, que según algunos terminó teniendo incidencia frente a la aprobación de su trabajo en las encuestas. Pero la realidad de las cosas es otra, porque la mayoría de la gente en sus espacios de serenidad considera un absurdo culpabilizar al gobernador de ser el causante de una decisión judicial sobre la cual, en primer lugar, no tenía incidencia legal alguna y en segunda instancia, era el mismo Estado a través de la Fiscalía el responsable de demostrar la culpabilidad de quienes muchos consideran un bandido.

Lo que sí terminó revelando esta situación, es que a la mayoría de su gabinete no se le alcanzó a secar la camiseta para ponérsela a la hora de defender la institucionalidad. En lo personal las encuestas no me preocupan, porque sé de qué están hechas las morcillas, pero ya es hora de que el trabajo que tanto se hace en provincia se comience a hacer en la ciudad. El Barrio San Martín sería un buen comienzo ¡Piénselo Gobernador!

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