Resumen
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Tabla de contenido
Carolina ingresó feliz a su jornada de trabajo porque llegó Navidad, y es hora de decorar las ilusiones navideñas de los abuelitos. Ellos siempre despiertan ilusos a mirar el reloj para esperar la visita de sus hijos.
Después del desayuno con cacao, tostado y changua de huevo, los abuelitos se abrigaron con el sol mientras Carolina armaba la Navidad en medio del despelote del árbol que alumbra cada año desde hace veinte.
Romelio y Pastora, felices, aprovecharon el descuido de Carolina y tomaron unos adornos para colgarse en el cuello y en los brazos. Don Romelio asociaba las luces navideñas con la esperanza de reencontrar a su hija, mientras qué doña Pastora, confusa, creía que se aproximaba Semana Santa y con ella su hijo Jesús quien trabaja para un coliseo deportivo. ¡Llegó Navidad! Insistía Romelio, mientras Pastora lo trataba de viejo loco. ¡Es Semana Santa!
A doña Pastora su memoria le había jugado una mala pasada sin olvidar el compromiso de su hijo Jesús, quien prometió visitarla en la próxima Semana Santa tres años atrás… ¡Y nada!
Don Romelio un tanto más o menos ajustado a la realidad recuerda que su hija lo visitaría este año en navidad tan pronto regrese de Europa, pues pasaron cuatro años sin lograrlo. El par de abuelos nunca estaban de acuerdo y discutían constantemente por cosas tan insignificantes como esa. ¿Semana Santa o Navidad?
Carolina es una joven que no supera los cuarenta y está casada con el conductor del hogar. Para su desdicha, sus padres y hermanitos quedaron sin rastro junto a sus juguetes y muñecas en una avalancha. Desde entonces, Carolina inició una exitosa carrera por recordar el amor de sus padres y de los padres que les duele no abrazar a sus hijos, y de los hijos que anhelan abrazar a sus padres.
Las dolorosas circunstancias de la infancia que vivió Carolina, despertaron en ella una creatividad insuperable para arbitrar las habituales discusiones entre los abuelos Pastora y Romelio. Entonces, acudía a su brillante creatividad y tomaba ventaja de la deteriorada memoria del par de abuelos, quienes, además, se defendían y atacaban a muerte por el honor de sus hijos.
Ese día, en la tarde, llegó sin remitente una correspondencia al hogar anunciando la visita de los hijos de Pastora y Romelio para el próximo domingo. El par de abuelitos brincó de la felicidad y se abrazaron por las buenas nuevas. ¿Se dio cuenta viejo loco? ¡Ya es Semana Santa! Dijo Pastora mofándose de Romelio, y se fueron lanza en ristre contra la pobre Carolina a quien diagnosticaron de deschavetada.
El domingo pasadas las cuatro de la tarde, los cuatro celebraron el encuentro y hablaron de cientos de historias que todos desconocían. Todos estaban orgullosos de todos.
Pastora y Romelio recobraron un tantito de felicidad y un sueño reconfortante con la visita de sus hijos, mientras Carolina y su esposo, llegaron agotados a retirarse el maquillaje y las prendas que usaron para suplantar a los hijos que nunca regresaron. Carolina desconocía los abrazos de un padre al que Romelio, sin saberlo, ¡También suplantó!