Resumen
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Afirma Quintero Tovar presidente de ASOTRANS
Un rotundo fracaso ha sufrido el sistema de transporte masivo en las principales ciudades de Colombia, donde las pérdidas han sido enormes para el gobierno nacional y para las ciudades capitales que se comprometieron a su financiación y sostenimiento. El presidente de Asotrans, Marino Quintero Tovar, que se encuentra en Bucaramanga asistiendo al encuentro gremial en el Centro de Ferias y Exposiciones (CENFER), indicó que en su momento las empresas de transporte urbano de las diferentes ciudades del país, le advirtieron al gobierno del expresidente Álvaro Uribe Vélez por su equivocación.
Bucaramanga ha tenido el mejor sistema de transporte urbano de buses, que fue remplazado por la flotilla de los buses verdes de Metrolínea, importados del Brasil, habiendo cometido graves errores en el diseño y construcción de los portales de Girón, Floridablanca, Piedecuesta y el Norte de la capital de Santander. Los altos funcionarios del Ministerio del Transporte, que diseñaron METROLÍNEA desde Bogotá, intentaron construir una gran estación de buses en el sector denominado ‘Papi Quiero Piña’, pero las obras nunca se realizaron.
Los barrios del sector norte de Bucaramanga y de Floridablanca, donde residen familias de la clase media económica y de la alta sociedad, no necesitaban el servicio porque alrededor de doscientos mil automóviles particulares están ubicados en sectores exclusivos, mientras que dejaron sin servicio de transporte masivo a más de un centenar de barrios periféricos del sur de la capital santandereana, aplazando la construcción de los terminales del Norte de Bucaramanga y del municipio de Girón. Una fuerte burocracia oficial contribuyó a la quiebra del sistema de transporte masivo en Santander.
La quiebra de Metrolínea se ha producido porque no hubo la clientela necesaria para ocupar los buses articulados con capacidad para ciento veinte pasajeros que debían movilizarse por las rutas intermunicipales del Área Metropolitana, hasta acumular pérdidas por más de seiscientos mil millones de pesos, de los cuales el ochenta por ciento le corresponden a la nación y a los bancos que prestaron el dinero para la importación de ciento cincuenta buses articulados, que en pocos años resultaron convertidos en chatarra.