Resumen
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)“Sembradoras de Esperanza”
Este pasado 24 de octubre, el patio de los edecanes en la calle 36 # 12-58 en Bucaramanga fue testigo de un acto conmovedor y simbólico: la Acción Pública "Sembradoras de Esperanza". Organizada por la Unidad para las Víctimas, esta actividad reunió a mujeres resilientes que, a través de la siembra de suculentas, compartieron sus memorias y vivencias relacionadas con el conflicto armado en Colombia. Este evento, que forma parte de la Estrategia Diálogos Transformadores, busca visibilizar el impacto del conflicto en las mujeres y resaltar su papel como líderes en la reconstrucción del tejido social.
Cindy Núñez, trabajadora social profesional de apoyo territorial en el equipo de contribuciones a la verdad - DT Santander, Unidad para las Víctimas, fue una de las figuras clave en este encuentro. En conversación con ella, explicó que “hemos atendido a unas 200 personas en esta estrategia, que se desarrolla en tres momentos importantes. El último es un cierre simbólico, donde los participantes comparten su historia y memoria en el marco del conflicto armado, contribuyendo así a la no repetición de la violencia”. Este proceso permite a las víctimas sanar sus heridas, al tiempo que activan medidas de satisfacción y reparación.
El poder de la memoria
El grupo de “Sembradoras de Esperanza” está compuesto por mujeres líderes de diversas mesas municipales del departamento de Santander. Estas mujeres, que han enfrentado diversas formas de violencia, se reúnen para compartir sus historias, creando un espacio de sanación y empoderamiento. “El conflicto armado tiene un impacto diferenciador en las mujeres”, señaló Cindy. “A través de esta estrategia, buscamos que ellas cuenten sus historias, que no queden en la invisibilidad, sino que se conviertan en agentes de cambio en la sociedad”.
El título del informe de la Comisión de la Verdad, “Mi cuerpo hizo la verdad”, resuena en estas conversaciones. La violencia, especialmente la sexual, se manifiesta de formas únicas en las mujeres, lo que las obliga a lidiar con el dolor y la reconstrucción de su identidad. Durante el diálogo transformador, las participantes comienzan a identificar y expresar cómo estos actos de violencia han impactado su salud mental y su bienestar.
La sembratón, un acto simbólico de plantar y cuidar, se convierte en una metáfora de la vida misma. “Las plantas son seres vivos, como nosotras. Al sembrar, también estamos cultivando nuestras historias, nuestras memorias”, afirmó Cindy, quien resaltó la importancia de este acto para conectar a las mujeres con la tierra y con sus propias maternidades.
Reflexiones de las participantes
Julia Chaparro, coordinadora de la Mesa de Participación de Víctimas de Floridablanca, compartió su experiencia. “Este proceso ha sido muy gratificante. Nos permite liberar un poco del peso emocional que llevamos. No se trata solo de indemnización, sino de actos que nos ayudan a sanar. A través de estos encuentros, estamos empoderando a las mujeres, reconociéndolas como valiosas guerreras”.
El empoderamiento femenino es uno de los ejes centrales de esta iniciativa. Julia destacó que estos espacios fomentan la creación de redes de apoyo entre mujeres que han sufrido, permitiéndoles reconocer su valor y resiliencia. “El mensaje que dejamos en la siembra es uno de esperanza y fe. Las víctimas no somos una carga, sino ejemplos de lucha y resiliencia. Apostamos por un país mejor, por una paz duradera”.
Paola Andrea Vargas, una de las participantes que ha vivido en carne propia el dolor del conflicto a través de la desaparición forzada de su padre, también compartió su experiencia. “Este espacio nos permite sembrar no solo plantas, sino también esperanzas. Así como cuidamos las plantas, debemos cuidar nuestras vidas. Aquí, entre nosotras, encontramos un refugio”.
La importancia de reunirse con otras víctimas es crucial. “Aquí podemos hablar, desahogarnos. Muchas veces en casa estamos solas con nuestros recuerdos. Estos encuentros son vitales para poder seguir adelante”, comentó Paola.
Un mensaje de esperanza
Liliana Orduz Jerez, otra de las asistentes, se mostró esperanzada. “Hoy sembramos maticas, cada una con un mensaje. El mío fue que 'la vida es dura, pero en algún momento puede florecer'”. Su llamado a otras mujeres es claro: “Que se acerquen a la Unidad de Víctimas, que pregunten por actividades. Estas iniciativas nos ayudan a sanar, no solo emocionalmente, sino también en la parte psicosocial”.
Sin embargo, la reconciliación y la paz en Colombia son temas complejos. Liliana no ocultó su escepticismo: “No creo que sea posible una Colombia reconciliada. Los reclutamientos de niños y la violencia siguen. Nunca podremos borrar lo que hemos vivido”.
Su mensaje es contundente: “Necesitamos paz. Que nos escuchen, porque somos víctimas. La violencia nos marcó de por vida. Solo el reconocimiento y el respeto a nuestra historia pueden llevarnos hacia un futuro sin más víctimas”.
En pocas palabras, la Acción Pública "Sembradoras de Esperanza" no fue solo un acto simbólico de siembra, sino un espacio de reflexión, diálogo y sanación. Las mujeres que participaron, a través de sus historias de resiliencia y liderazgo, construyen un camino hacia la paz y la reconciliación.
Cada planta sembrada es un testimonio de su lucha, un recordatorio de que, a pesar de las adversidades, la esperanza puede florecer en los corazones de quienes han sido víctimas del conflicto armado en Colombia. La Unidad para las Víctimas, a través de iniciativas como esta, continúa en su labor de restaurar vidas y construir un futuro más justo y pacífico.