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Un colapso anunciado

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Resumen

La política de Petro contra el narcotráfico ha fracasado, con un aumento del 10% en cultivos de coca y un 53% en la producción de cocaína. En lugar de corregir, plantea comprar cosechas de coca, pese a su inviabilidad jurídica y financiera, mientras el narcotráfico se fortalece.

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La política de Petro en materia de narcotráfico fracasó y, en lugar de reconocer su error, huye hacia adelante. El reporte del Simci de Naciones Unidas muestra que los cultivos de coca se incrementaron 10%, de 230.000 hectáreas en 2022 a 253.000 en 2023. Peores son las cifras de producción de cocaína. Crecieron un 53% hasta alcanzar 2.664 toneladas, de lejos la cifra más alta de la historia.

Cuando se esperaba una reacción oficial del Gobierno sobre el fracaso de su política, Petro anunció que el Gobierno comprará la cosecha de coca del Micay, en Cauca.

No es verdad que lo que se venía haciendo en la lucha contra el narcotráfico fuera un fracaso. En realidad, fue un éxito. El primer reporte del Simci, de 2001, mostraba 137.000 h de coca. Para 2013, antes de la firma del componente de narcotráfico con las Farc, solo se reportaban 48.000 h, un 65% menos, y la producción de cocaína había disminuido a 290 ton. Colombia, para ese año, dejó de ser el país con más coca del mundo. El desastre ha venido después, primero por cuenta del “nuevo paradigma” acordado con las Farc y después la debacle con Petro, que no solo renunció a luchar contra el narcotráfico, sino que toma una y otra vez decisiones que favorecen a los mafiosos y su negocio.

Los defensores de Petro dicen que hace bien en concentrarse en las incautaciones y que estas han crecido. Según el MinDefensa, aumentaron de 659 t en 2022 a 746 el año pasado, un 13% más. Pero hay muchas dudas sobre la verdad de esas cifras y, aún si fueran ciertas, las incautaciones crecieron en 87 t y la cocaína producida sumó 738 t adicionales, 8,5 veces más. De hecho, hoy se incauta proporcionalmente mucha menos cocaína que antes.

La solución, por supuesto, no es adquirir la coca de Micay. Solo sería otro incentivo perverso para la siembra. Además, al comprar la coca de Micay el Gobierno, para no favorecer arbitrariamente solo a unos, tendría que comprar también la del resto del país. Plata, además, no hay, ni rubro presupuestal. Y la propuesta es jurídicamente inviable. Hoy la compra de coca es un delito. Su siembra solo es lícita en algunos resguardos. Además, la hoja de coca está en la lista de sustancias sujetas a fiscalización internacional y Colombia está obligada a cumplir la Convención de Viena de 1961.

A la par que las acciones de Petro sobre narcotráfico fortalecen el negocio, los mafiosos hacen fiesta. En buena parte por los ingresos de su relación simbiótica con el narcotráfico, los grupos violentos se expanden a lo largo y ancho del territorio. Cada decisión gubernamental que fortalece a los violentos alimenta al narco. Cada política que favorece al narco robustece a los violentos. También por eso fracasa la “paz total”. No habrá regalos gubernamentales, impunidades y beneficios políticos, económicos y judiciales para los bandidos que sean suficientes. Los únicos que ganan son los criminales y algunos otros que, como Nicolás y Juan Fernando, hacen negocios con ellos.

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