Resumen
El artículo relata cómo el autor terminó pasando sus vacaciones en el hospital en vez de un resort, describiendo su experiencia como un "Plan Imprevisto". A pesar del problema inicial, destaca el buen trato recibido por el personal del hospital.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Después de navidad y del turismo gastronómico de cenas y cenas creí justo y necesario ofrecerle unas cortas vacaciones a mi creativa mente. Decidido, tomé al azar un destino donde mi mente no se distrajera ni me permitiera pensar en nada. Mi brújula insistió que San Gil sería perfecto considerando que allí encontraría un agradable paisaje, clima saludable y una tentadora alimentación típica de nuestro Santander. ¡Perfecto!
Como las vacaciones eran para mi mente y no para mí, era importantísimo encontrar un plan vacacional que incluyera como mínimo y máximo tres días de alojamiento, alimentación ilimitada y bebidas sin restricciones. ¡Vacaciones son vacaciones!
Mi mente me ayudó a elegir el destino considerando su propio interés, pero resultamos incluidos y sin pensarlo en un Plan Imprevisto poco ajustado al presupuesto de mis pretensiones. ¡Mi mente estaba feliz! Después de varios años de trabajar y trabajar, por fin tenía sus vacaciones aseguradas para celebrar la llegada y despedida del famoso 31. Con estas vacaciones yo también aseguraba un buen arreglo para evitar un conflicto laboral, y de paso podría librarme de buenos y malos pensamientos durante esos tres días.
¡Eureka! Sin pensarlo llegamos a la estancia el 28 de diciembre. Mi mente, qué supera todas mis habilidades protestó, segura de que se trataba de una traición de mi parte el día de los santos inocentes. Nuestro Plan Imprevisto nos tenía nada más y nada menos que en la sala de urgencias de la Clínica Santa Cruz de la Loma de San Gil. Ese lugar no estaba en la mente de nadie, y por eso se llamó el Plan Imprevisto. Yo esperaba encontrar un lugar fuera de la imaginación para que juntos descansáramos de lo mismo y al mismo tiempo, pero, ¿31 de diciembre aquí?
Para mi desafortunada suerte y la de mi mente, fui hospitalizado después de aprobar y reprobar los rigurosos exámenes de ingreso. Aunque poco, mucho o nada coincidían con mi plan, encontramos que a cambio de Botones había camilleros, alimentación dirigida, los pasabocas se convirtieron en pastillas y el bar abierto se redujo al suero que no se desprendió de mi mano durante la estancia. Mi mente ya no aguantaba un día más y, ¿Cómo explicarle que también fui víctima de ese Plan Imprevisto? Para nuestra fortuna, nos asignaron una confortable habitación y allí conocí a Jesús, nuestro también compañero de causa y a quien agradezco su paciencia.
El personal de la Clínica Santa Cruz de la Loma me bautizó como el paciente más impaciente, pues yo tenía encima el acoso de mi imaginación que no me dejaba en paz por estar convencida que brindaríamos con suero el 31 a cambio de la tradicional copa de vino, las uvas y el inolvidable tema musical Faltan cinco pa´las doce.
Para enderezar nuestra suerte, el Plan Imprevisto vacacional cumplió con todas las expectativas de un resort cinco estrellas, pues allí recibí las mejores atenciones del personal incluyendo el de las señoras de servicios generales y del restaurante; vigilantes, y por supuesto del personal médico y de enfermería. ¡Felicitaciones y gracias!