Resumen
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)El gobierno debería propiciar los diálogos regionales de paz, incluyendo a todos los sectores comprometidos en la guerra, bajo unos patrones de comportamiento ético, liderados por los gobernadores, que son los responsables del orden público en las respectivas regiones. Qué hacer con la inmensa burocracia de la Consejería Nacional para la Paz, que debe pedirle permiso a todo el mundo: al presidente de la república, que tiene demasiados compromisos de agenda; a los señores ministros, que deben asistir y participar en los debates de control político en las diferentes comisiones legislativas del Congreso de la República; cuando en cada uno de los treinta y dos departamentos son los gobernadores y los alcaldes que conocen la realidad social y de orden público de sus territorios.
La opinión pública nacional e internacional ha recibido con estupor los nombramientos de los ‘Gestores de Paz’, extraídos de las mafias del narcotráfico, del paramilitarismo y de las guerrillas, que estaban recluidos en las cárceles del país, cuando sus tremendos prontuarios criminales son un mal ejemplo para la juventud y constituyen un inmenso daño a los buenos ciudadanos de Colombia y del mundo. El gobierno nacional, en el océano de sus equivocaciones, ha violado la Constitución y las leyes de la República, porque se premia al delincuente que ayudó a convertir a Colombia en un inmenso cementerio.
Debemos reconocer que la violencia en Colombia es una consecuencia del mal reparto de la propiedad privada, del despojo de tierras campesinas y de las migraciones de familias humildes hacia los cordones de miseria de las grandes ciudades. La mala herencia que dejaron los señores feudales, que vinieron de España para exterminar a sangre y fuego los pueblos indígenas, para apoderarse de los latifundios, ha marcado una historia terrible de violencia en regiones del Cauca, Antioquia y la Costa Caribe. La dominación española nos trajo la esclavitud y el trato indignante a los pueblos primitivos, que cuatrocientos años después siguen reclamando sus tierras.
Resulta vergonzoso ante el mundo que el Clan del Golfo, un movimiento armado dedicado al narcotráfico en Colombia, se pueda sentar a una mesa de negociaciones de paz con el gobierno, cuando han convertido el conflicto armado en un negocio de la familia Usuga. Ofende la dignidad del pueblo colombiano que ‘Alias Iván Mordisco’, jefe de las disidencias de las FARC en seis departamentos del sur del país, pretenda hablar de la independencia nacional de los territorios tomados por ese grupo subversivo. Las FARC fueron una organización guerrillera de estirpe campesina. El ELN fue una guerrilla de origen universitario en el departamento de Santander y que se extendió a todo el territorio nacional. Ojalá el presidente Gustavo Petro, que fue guerrillero del Movimiento Diecinueve de Abril (M-19) entienda que los gestores de paz extraídos de las cárceles del país generan mayor desconfianza que tranquilidad.