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De las lagartijas, los bomberos y el Mesías

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Resumen

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El reciente nombramiento de Juan Fernando Cristo como ministro del Interior genera una preocupación la hedionda. Conocido por sus antecedentes de comportamiento político dudoso, ahora disque tiene la misión crucial de buscar apoyo en el Congreso para convocar una Asamblea Constituyente.

En 2016, él desconoció y manipuló el resultado del plebiscito por la paz, un acto que dejó claro su respeto por la voluntad popular. Esta acción, lejos de ser olvidada, resurge ahora que se le encomienda una misión de vital importancia para la estructura política del país. La Asamblea Constituyente, una cachetada al pueblo, requiere de respaldo en el Congreso, y Cristo $abe como convencer a $u$ colega$ para avanzar.

La sorpresa no solo radica en su nueva tarea, sino en el cambio de opinión de este sinvergüenza respecto a la Constituyente. Conocido por su oposición anterior, su giro hacia el apoyo plantea serias dudas sobre sus verdaderas motivaciones. Este ‘man’ es un camaleón en una bolsa de Sparkies. ¿Qué intereses ocultos están detrás de este cambio de postura? La política colombiana, lamentablemente, está acostumbrada a ver cómo los intereses personales superan a las convicciones.

Además, su historial está marcado por ser Santista, una apología a las traiciones. Haber estado involucrado en el proceso 8000, añade una capa más de desconfianza a su figura. Estos antecedentes hacen que su nombramiento sea preocupante. Es como encargarle al pirómano que cuide la estación de bomberos.

No se nos puede olvidar que cuando fue embajador en Grecia durante la presidencia de Ernesto Samper, César Villegas, implicado en el proceso 8000, declaró ante la Fiscalía que media docena de parlamentarios liberales recibieron donaciones del narcotráfico. Según Villegas, estas partidas fueron gestionadas directamente por Juan Fernando Cristo.

El contexto actual agrava aún más la situación. El gobierno de Gustavo Petro se encuentra envuelto en escándalos de corrupción. La percepción de que los procesos judiciales no prosperan debido a la compra de voluntades en el Congreso, incluyendo al presidente del Senado y de la Cámara de Representantes, genera un ambiente de desconfianza y desilusión entre los ciudadanos.

Es evidente que la verdadera intención detrás de la Asamblea Constituyente es que Petro se mantenga en el poder. El llamado a Cristo no es casualidad: necesitan a alguien sin principios que, a punta de "mermelada", consiga los apoyos necesarios en el Congreso y asegurar el control político.

Adicionalmente, el país atraviesa un momento crítico en el que los grupos armados están ganando terreno. Petro nos ha devuelto décadas en la lucha contra el terrorismo, la seguridad se ha deteriorado de tal manera que retrocedemos en todos los frentes. Es como si nuestro equipo estuviera jugando un partido crucial y el técnico, en vez de armar una defensa sólida, decidiera poner a once delanteros y al aguatero.

La ciudadanía colombiana, harta de los cambios de postura y la falta de integridad en sus líderes, merece una explicación. Juan Fernando Cristo no es la persona indicada para liderar nada, menos un proceso tan crucial. Su historial de corrupción y falta de principios lo descalifican para cualquier tarea. No podemos permitir que los intereses personales y las prácticas corruptas sigan dictando el rumbo del país. La Asamblea Constituyente no debe llevarse a cabo bajo ninguna circunstancia.

Es momento de que los colombianos se mantengan vigilantes. No debemos permitir que un político cuestionado sea el artífice de un cambio constitucional que solo servirá para perpetuar el poder de aquellos que ya nos han fallado. La Asamblea Constituyente no es una oportunidad para fortalecer la democracia, sino una herramienta para seguir robando al país y consolidar un régimen corrupto.

Una reflexión final: ¿Se han fijado que todos los bandidos dicen "yo confió en la justicia"?

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