El mundo sigue mirando a Israel

Por: Luis José Aguilar.

Últimamente, el mundo ha vuelto a poner la mirada en uno de los países de Oriente Próximo: Israel. El único Estado judío del mundo vuelve a ser protagonista por sus recientes operaciones militares en el Líbano, en las cuales se ha dado de baja a Hassan Nasrallah, uno de los fundadores del grupo terrorista Hezbollah.

Hezbollah (en el Líbano), al igual que Hamas (en Palestina), son partidos políticos y grupos paramilitares ampliamente reconocidos como organizaciones terroristas y extremistas del Islam. Estas organizaciones se declaran como antisraelíes, por lo que buscan la desaparición del Estado de Israel y la implementación de un Estado islámico (o la Sharía) en la “región histórica de Palestina”. Este último nombre se refiere a la región histórica que fue, incluso, una colonia del Imperio Británico y no al Estado de Palestina actual.

Asimismo, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) fue, en su momento, una coalición de organizaciones terroristas, recordada principalmente por la masacre de Múnich, en la cual once miembros del equipo olímpico israelí fueron tomados como rehenes y posteriormente asesinados por la organización “Septiembre Negro”. En la actual Palestina, en la región de Cisjordania (al oriente), gobierna Al-Fatah, una de las principales organizaciones de la OLP; mientras que en la Palestina de la Franja de Gaza (al occidente), gobierna Hamas, el grupo terrorista. Esto último, desde los Acuerdos de Oslo de 1993, tratado firmado por el gobierno israelí y la OLP en busca de una solución permanente al conflicto.

El Estado de Israel nació el 14 de mayo de 1948, en el antiguo Mandato Británico de Palestina, después de que la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobara la Resolución 181, la cual dividía la antigua colonia en dos Estados: Israel y Palestina. Sin embargo, a la Liga Árabe, una organización de recién independizados Estados Árabes, no le agradó esta decisión y declaró la guerra a Israel el 15 de mayo de 1948, un día después de la fundación de ese Estado. De ahí en adelante, se originó lo que hoy conocemos como el conflicto árabe-israelí, del cual Israel ha salido más victorioso, gracias también al apoyo de los Estados Unidos de América y la mayoría de Occidente.

Errores y serios atropellos

En lo personal, me considero sionista, entendido esto como una persona que aboga por la creación y la existencia continua de un Estado judío, pues desde hace un tiempo he seguido de cerca las ideas del escritor Theodor Herzl, quien es considerado el padre del sionismo. Sin embargo, antes de cualquier ideología política o religiosa, me considero un humanista, por lo que me es imposible ignorar la compleja situación que se vive en aquella conflictiva región del mundo. Ambas partes del conflicto han cometido errores y serios atropellos en contra de la población civil en general, quienes han pagado principalmente las consecuencias. Las constantes confrontaciones armadas, los bombardeos y las represalias, principalmente entre Israel y Hamas, han dejado a miles de personas desplazadas, heridas e incluso muertas.

Por otra parte, en Colombia, la postura del presidente Gustavo Petro ha desencadenado el rompimiento de las relaciones internacionales con Israel. Sus declaraciones han sido vistas como críticas antisemitas (en contra de la comunidad judía), lo que ha llevado a una pausa en la cooperación histórica entre ambos países, afectando acuerdos en áreas clave como el comercio y la defensa, en especial en un país como el nuestro, donde la violencia y la inseguridad tampoco dejan de existir. Aunque Petro intenta defender su postura como un llamado a la paz y la protección de los derechos humanos, su discurso solo termina siendo un reflejo de su odio político, donde más allá de las perspectivas ideológicas e incluso religiosas, estamos hablando de comunidades que llevan generaciones viviendo en un estado de incertidumbre, miedo y violencia.

Derecho a vivir en paz

Para finalizar, en mi reflexión personal, la cual intento plasmar en esta columna, apoyar el derecho de Israel a existir y defenderse no es incompatible con abogar por soluciones pacíficas que pongan fin al sufrimiento de todas las personas involucradas. La paz solo puede lograrse si las voces moderadas prevalecen sobre el extremismo. No se trata de elegir entre Israel o Palestina, sino de rechazar la violencia y la intolerancia que han mantenido a la región en un ciclo interminable de guerra.

Es imperativo entender que la clave para cualquier solución radica en reconocer el derecho de todos los pueblos de la región a vivir en paz, sin la amenaza constante de la guerra. Y aunque el camino sea largo y lleno de obstáculos, el mundo sigue mirando a Israel.