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¡El engaño de los carros judiciales! La historia de una estafa que dejó a un santandereano sin ahorros

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Resumen

Julián Ramírez fue víctima de una estafa al intentar comprar un vehículo a través de Facebook. Fue engañado por una supuesta empresa y perdió más de $13,000,000. Descubrió que los documentos eran falsos y que había múltiples denuncias contra los implicados. Las autoridades aún investigan el caso.

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En una era donde las transacciones digitales dominan el mercado, también surgen riesgos cada vez más sofisticados. Este es el caso de Julián Andrés Ramírez Castro, un hombre de 36 años oriundo de Santander, quien fue víctima de una red de estafadores que se aprovechó de su deseo de adquirir un vehículo a buen precio. El sueño de tener un Kia Picanto 2020 terminó en una pesadilla que no solo le costó sus ahorros, sino también la confianza en las plataformas digitales.

El inicio del fraude

El pasado 29 de mayo de 2024, Julián encontró una publicación en el Marketplace de Facebook que ofrecía vehículos provenientes de remates judiciales. Intrigado por los bajos precios, contactó al supuesto vendedor, un hombre identificado como Frank Jovany Martínez. Este se presentó como asesor comercial y promotor de la DIAN, asegurando que los carros estaban disponibles debido a procesos de desembargo por deudas.

El contacto inicial llevó a una conversación vía WhatsApp, donde Frank le explicó a Julián los detalles del proceso. Según el vendedor, el vehículo deseado costaba $23.200.000 y requería un adelanto del 10% para apartarlo. La confianza creció gracias a los documentos y certificados enviados, que incluían el registro de una empresa llamada InvertiCenter.

El desarrollo de la estafa

Julián siguió los pasos indicados. Consignó inicialmente $2.000.000 a una cuenta de AV Villas a nombre de Paula Alejandra Castillo Ardila. Días después, completó los $300.000 restantes. Poco a poco, las exigencias económicas aumentaron. En total, realizó varias transferencias, sumando más de $11.600.000. Cada transacción fue respaldada por promesas de avances en el trámite, pero los documentos nunca llegaron a tiempo y los argumentos para pedir más dinero parecían interminables.

El fraude no solo involucró a Frank, sino también a otro individuo identificado como José Andrés Landazábal Dueñas. Este hombre se presentó como el dueño de InvertiCenter y afirmó ser intermediario de la DIAN en subastas. La red operaba de manera organizada: uno captaba al cliente, mientras que el otro se encargaba de cerrar los supuestos negocios.

Las primeras sospechas

A medida que pasaban los días, Julián comenzó a notar inconsistencias. Los documentos enviados tenían errores, las fotos del carro eran genéricas y las respuestas de los implicados se volvían evasivas. El golpe final llegó cuando Julián investigó por su cuenta en Facebook y descubrió comentarios que denunciaban a los mismos nombres como estafadores. Además, al contactar directamente a la DIAN, confirmó que ninguno de los implicados estaba vinculado a la entidad.

La maquinaria de la estafa

La red utilizó varias cuentas bancarias para dispersar el dinero. Paula Alejandra Castillo Ardila y Lenny Patricia Maldonado Correa eran las titulares de las cuentas utilizadas para recibir las transferencias. La operación también incluyó documentación aparentemente oficial, como certificaciones de la Cámara de Comercio y registros falsificados que inspiraban confianza.

Además, los estafadores recurrían a técnicas psicológicas para mantener a sus víctimas comprometidas. Cada llamada y mensaje estaba diseñado para generar urgencia y evitar que Julián pudiera detenerse a reflexionar sobre lo que estaba ocurriendo.

El desenlace y la denuncia

El 15 de junio de 2024 fue la última vez que Julián tuvo contacto con José. Pese a las promesas de entrega del vehículo, nunca recibió nada. En total, perdió más de $13.000.000. Decidido a buscar justicia, contrató un abogado, quien descubrió que la empresa InvertiCenter estaba registrada, pero no operativa y no tenía relación alguna con los implicados. Además, José Landazábal acumulaba más de 17 denuncias por hechos similares.

Julián presentó su denuncia ante las autoridades, aportando chats, comprobantes de pago y documentos como evidencia. Aunque el proceso judicial está en curso, su caso pone en evidencia la vulnerabilidad de las personas ante estafas bien estructuradas.

Lecciones y recomendaciones

Este caso deja importantes lecciones sobre la precaución que se debe tener al realizar compras en línea, especialmente en plataformas no reguladas. Julián reconoce que confió demasiado en la aparente formalidad de los documentos presentados y no verificó directamente con las entidades oficiales.

Para evitar caer en fraudes similares, las autoridades y expertos recomiendan:

  1. Verificar la legitimidad de las ofertas: Antes de realizar cualquier transacción, consulte con las entidades oficiales responsables.
  2. Evitar transferencias iniciales de dinero: Ninguna empresa seria exige pagos por adelantado sin un contrato formal y verificable.
  3. Consultar los antecedentes de las empresas y personas involucradas: Plataformas como la Cámara de Comercio y bases de datos públicas permiten corroborar la autenticidad de los negocios.
  4. Desconfiar de ofertas demasiado buenas para ser ciertas: Los precios por debajo del mercado suelen ser un indicador de posible fraude.
  5. Recurrir a las autoridades: Si detecta inconsistencias, denuncie de inmediato y no continúe enviando dinero.

Un llamado a la acción

La historia de Julián Andrés Ramírez no es un caso aislado. Cada día, cientos de colombianos caen en redes de estafadores que aprovechan la falta de regulación y supervisión en las plataformas digitales. Las autoridades deben intensificar sus esfuerzos para rastrear y desarticular estas organizaciones criminales, mientras que los ciudadanos tienen la responsabilidad de informarse y actuar con cautela.

Este tipo de delitos también evidencia la necesidad de educar a la población sobre seguridad digital y prevenir que más personas pierdan sus ahorros en manos de estafadores. Mientras tanto, Julián espera que su denuncia sea el inicio de un cambio que impida que otros vivan la misma pesadilla.

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