“Impuesto Saludable”, una farsa

Por: Jorge E. Solís. Desde el 1 de noviembre de 2023, entró en vigencia el Articulo 54 de la Reforma Tributaria de 2022 con impuestos diseñados para gravar bebidas con alto contenido de azúcar y alimentos altamente procesados que contienen cantidades significativas de sodio, grasas o azúcar. Los impuestos deben causarse en la producción, venta, retiro de inventario o importación, y deben pagarse según un calendario específico. Más allá de esta medida “saludable” maquillada con buenas intenciones, tiene un trasfondo y es el de poder cobrar un nuevo impuesto a productos populares sin que se genere ningún tipo de protesta.

Utilizan un estilo “sano” que viene haciendo carrera, con una retórica del buen decir, deleitando, persuadiendo y conmoviendo a las personas con estos buenos propósitos cuyos fondos recaudados serán destinados al sistema de salud y a la prevención.  “Estas políticas de salud pública, como el etiquetado frontal de advertencia, hace parte de los compromisos adquiridos por Colombia con la Organización Mundial de la Salud, el Banco Mundial, la OCDE y Unicef, entre otras organizaciones internacionales, impulsadas después de la pandemia”.

Se dice que, “El Impuesto Saludable, lo que busca es precisamente que los hogares de bajos recursos, cuyo consumo de ultra procesados resulta alto -el DANE también lo confirma-, dejen de consumir estos artículos y los reemplacen por bebidas y alimentos más saludables, ya sea agua, frutas o verduras”.  Lo curioso del caso es que algunos productos gravados como el queso, la salchicha, jugos de frutas, entre otros, que otrora fueron productos sanos recomendados para la buena salud, hoy no lo son, si es así, por qué no los prohíben.

La implantación de esta “sana” medida, ha suscitado una gran polémica, quienes la defienden argumentan los grandes beneficios en salud, mientras sus opositores expresan su preocupación por el impacto en los consumidores de bajos recursos económicos que dependen de estos productos como sustento diario dado sus costos asequibles.  Lo misma política fue aplicada al consumo de bolsas plásticas, dizque para ayudar al planeta, antes no las cobraban, con el impuesto establecido con la Ley 1819 de 2016, la DIAN cobró $20 por cada bolsa, para el 2023 el valor es de $60 y los resultados no se ven, solo el buen negocio.

Lo irónico del caso, es que el propio Gobierno destina mensualmente millonarias cantidades de dinero en la compra de estos productos gravados para atender las diferentes actividades y compromisos sociales. Iniciaron con una tarifa de impuesto del 10% para el 2023, para el 2024 la tarifa subirá en un 15% y para el 2025 será del 20%.  Lo único que podemos dejar como conclusión es que así de fácil ya nos coronaron y que debemos prepararnos para un nuevo “impuesto saludable” que para el Gobierno como ya ha sucedido, muy seguramente tendrá un ‘buen impacto social’ para la humanidad y para nuestros bolsillos.