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¿Hubo eficacia en vacunas Covid-19?

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Por: Jorge E. Solís. Son casi cuatro años desde que la Organización Mundial de la Salud declarara por primera vez que el brote era una pandemia, el 11 de marzo de 2020, aunque oficialmente fue notificado el 31 de diciembre de 2019 en la ciudad china de Wuhan, denominando la enfermedad como Covid-19. Luego la pandemia deja una gran estela de muertos en todo el mundo, cogiendo con los brazos a bajo a las grandes potencias que poco o nada podían hacer para su control, entre tanto las muertes se multiplicaban y los efectos económicos empezaban a hacer mella.

Las grandes multinacionales farmacéuticas inician una titánica labor en busca de una pronta vacuna que contrarreste o minimice el impacto generado, además de convertirse en un multimillonario negocio aparecido de la nada que les permitiría engrosar sus arcas con su venta. Aparecen marcas como Pfizer, Moderna y AstraZeneca, entregando los primeros resultados, rompiendo los protocolos de seguridad por falta de un control exhaustivo en salud para garantizar su efectividad.  Casi que de inmediato su distribución y aplicación de estas vacunas hacía carrera en el mundo, utilizándonos como ratones de laboratorio.

La polémica se genera al preguntarse qué tan conveniente y efectiva fue la aplicación de la vacuna en su momento, si valió la pena tomar el riesgo dada la magnitud del mortal ataque del virus, o por el contrario fue peor la cura que la enfermedad, donde se sabe que los que más ganaron o han ganado son las empresas farmacéuticas, “sugiriendo” que cada paciente debe reforzar la vacuna con 4 o más dosis, sin tener en cuenta los efectos secundarios que ello genera, muchos tienen problemas de salud solo con la aplicación de la segunda dosis. Para el tiempo transcurrido debería contarse con una nueva vacuna que garantice su efectividad por las variantes y no seguir improvisando con las viejas.

Las duras críticas del Ministro de Salud Guillermo Jaramillo, ratifican lo antes expuesto, pese a que por conveniencia tuviera que retractarse de lo dicho con tanta vehemencia: “Todos los colombianos que están vacunados, sirvieron para el más grande experimento que se haya hecho en toda la historia de la humanidad”, argumentando además que, “todas las vacunas entraron aquí sin permiso, no podemos seguir experimentando con la comunidad colombiana y menos con los indígenas, los negros y los más pobres de este país”.

Se tiene un registro de 7 millones de personas fallecidas en el mundo por SARS-COV-2 a la fecha, de los cuales 142.950 son de Colombia.  Las vacunas siguen siendo fundamentales para la salud pública, siempre y cuando cumplan con los protocolos de seguridad y no dar luz verde antes de terminar la fase 3 de ensayos clínicos, por ello se está perdiendo la confianza que se debe tener por el mal manejo dado en un tema tan delicado. La OMS debe propender por encontrar al menos una vacuna actualizada y probada, que por su efectividad genere la confianza que todos esperamos.

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