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Resumen

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Por:  Luis Eduardo Jaimes. Después haber pasado once meses de administraciones regionales: Gobernadores y Alcaldes, donde la política fue el “pan de hambre en cada día”, donde para cerrar con broche de lata, fue el año electoral, para una nueva etapa de los nuevos gobernantes que llegaran a domar ese potro brioso del poder.

Para eso, no es necesario hacer balances de cifras, cómo vamos a terminar este año, pasando por 30 días, donde nos preparamos para ese cuento de diciembre, más que de Navidad, y que bueno hacer un relato de: Locolombia que se transformará, en el mes de la paz y la alegría: Paz, por los grupos insurgentes repartiendo bala, secuestrando y   desplazando indígenas y campesinos. Mientras el Ejército y la policía estará replegada, porque los negociadores, como el mismo Presidente Petrosky, entre risas y mofa, defiende la vida.

El escenario de 'Cuento de Navidad', una de las obras más significativas de estas fiestas y de la literatura universal del dramaturgo Charles Dickens. Este clásico narra las tribulaciones de la famosa figura del tacaño y malhumorado Sr. Scrooge, (sería personificando a Petrosky), quien se le irán a aparecer, durante la Nochebuena, tres fantasmas que lo ponen frente a su propio espejo en el pasado, el presente y el futuro.

Si quieren ser los directores, métanse, en esta ficción o sueño, en la puesta en escena presente: "ágiles momentos musicales (de rancheras, música de despecho, cumbias) y divertidísimas escenas cómicas" que imbuyen a los espectadores en la magia del teatro. Cosa que les gusta a los honorables padres de la patria, en ese coliseo, llamado Congreso de la República, dónde están aprobando una reforma a la salud, para sus intereses y que los pobres, empiecen a padecer por ese Sisben, porque no los van atender y cuando llegue a la alta complejidad, estarán muertos.

Demos rienda suelta a la visita del primer fantasma de su antiguo socio, muerto año atrás, (de ellos puede haber uno) que cuenta, por haber sido avaro en vida, toda su maldad se ha convertido en un larga y pesada cadena que debe arrastrar por toda la eternidad. Hay un anuncio que a él le espera, un destino peor, y le avisa de que tendrá una última oportunidad de cambiar cuando reciba la visita de los tres espíritus de la navidad.

Petrosky no se asusta y desafía la predicción. Esa noche aparecen los tres espíritus navideños: el pasado, que hace recordar a Petrosky, su vida infantil, juvenil de rebelde, alistándose para la guerrilla lleno de añoranza por el cambio de una nueva clase social, de los que empuñaban las armas por el poder, a la vez acompañado por la adición a la política y por el afán del dinero, serán unos años en que lo que vivió en el monte se sigue viviendo con los reductos, sueño que entre despierto y dormido su adición que nadie conoce, pero algunos se la imaginan, va de la mano de cómo despojar a sus semejantes que vivieron en el pasado para despojarlos, tendiendo la primera línea.

Esto puede suceder antes de desaparecer a media noche, cuando ese espíritu mostrará un par de niños que están representados en miles, lo trágicamente humano, lo que es la ignorancia y la necesidad, en el terrible y sombrío espíritu del futuro: la muestra del avaro. Una Locolombia saqueada por los pobres y detrás de ellos que son inducidos a buscar cómo sobrevivir, en ese recuerdo, gris y negro, los dueños del dinero y los bancos. Nunca se imaginó que todo ese sueño de poder, lo llevaría a despertar, y a partir de entonces, el reloj del tiempo comenzó avanzar con rapidez, dando campanadas, hasta que vuelven los fantasmas. Una extraña figura de anciano del tamaño de un niño. El espectro era el espíritu de las navidades pasadas.

Nunca podía imaginar que la tortura en su palacio, no le permitía, sino viajar por el mundo, porque allí en cada discurso de los mandatarios se desahogaba de los fantasmas y no quería seguir en el juego de la gallina ciega, porque cada vez que se quitaba la venda de los ojos, Petrosky empezaba a envejecer como sus anteriores inquilinos del palacio, porque de sus pliegues de piel, sacaba un niño y una niña: Amarillentos y flacos, andrajosos, lobunos pero postrados en su humildad, donde escondía su cara y su cabeza. Un tote de pólvora lo despertó, este seguiría con ese olor a violencia. Un fantasma que jamás se separaría de sus sueños.

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