Atreverse a cambiar
Resumen
El artículo destaca que la necesidad de cambiar es inherente a todos los seres humanos. Para progresar en cualquier ámbito, es esencial implementar cambios, reconocer errores y asumir nuevas responsabilidades. Cambiar implica esfuerzo, pero conduce a un bienestar duradero.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Todos, sin excepción, tenemos algo que cambiar de la forma como llevamos nuestra vida. Incluso, quienes se creen más exitosos, con fortuna y sin problemas, tienen algo en su conducta, pasado, expectativas, traumas o sueños no cumplidos, que les hacen pensar que “tienen que cambiar” algo. Hasta el más afortunado sabe que debe implementar cambios, aventurar, innovar, proponer o variar algún aspecto para sentirse mejor o más realizado.
Es un sentimiento, y una realidad, de todas las personas. Al fin y al cabo, es una consecuencia propia del ser humano, ser creado de naturaleza inacabada, incompleta e imperfecta.
Si fuéramos perfectos y no tuviéramos que cambiar nada, seríamos dioses, pero ningún humano es Dios. Ni siquiera los más ricos, los más talentosos o los más suertudos, y ni siquiera los más santos, los más espirituales o los más reconocidos líderes.
Todos queremos, de una u otra forma, ser más, tener más, sentirnos mejor y hasta servir más, y para lograrlo, sí o sí, requerimos tomar acciones que modifiquen la forma de ver las cosas y actuar, así como nuestra disposición ante las tareas, emprender nuevos trabajos o aprendizajes y movernos en escenarios hasta ahora desconocidos.
Enfrentar una situación que nos incomoda, superar una enfermedad, ascender en el trabajo, conciliar un conflicto de intereses con otra persona, reconocer errores propios en la relación con la pareja o los familiares o, en sentido contrario, saber perdonar a quienes nos han ofendido, o simplemente aventurar otros momentos de la vida que, creemos, nos pueden mejorar individualmente, darnos más placer o aprendizajes, nos obligan a cambiar.
Entonces, ¿estamos dispuestos a cambiar con lo que ello significa? Esto es, reconocer un error, si lo hubo; asumir nuevos hábitos, disciplinas, rutinas y métodos de trabajo o estudio; dejar atrás prácticas y momentos placenteros (por ejemplo, dejar de comer si se quiere adelgazar, por estética o salud; madrugar o trasnochar a estudiar para mejorar el desempeño profesional; trabajar más para recuperar dinero, o superar la pérdida de un ser), o aceptar realidades que, por tradición o nuestro pensamiento no estamos acostumbrados a vivir (por ejemplo, asumir la enfermedad de un pariente; admitir como pareja de un hijo(a), a quien no nos gusta; o tener que aceptar que nosotros mismos o un ser querido pudo haber fracasado en algo). Son múltiples, e innumerables e inimaginables, las situaciones de la vida, fortuitas o no, provocadas o no, propias y extrañas, las que nos llevan a cambiar.
Hay que reconocer que cambiar no es fácil. Implica aceptar que hay algo que debe modificarse, incluso si ese algo nos gusta (como hacer pereza en vez de ejercicio). A veces, incluso, conlleva dolor (como el del cuerpo cuando se empieza a hacer ejercicio). Lleva a reconocer que somos ambiciosos, o que nos equivocamos; que no hemos hecho lo suficiente, o que debemos devolvernos en un camino ya recorrido; que queremos sentirnos mejor o hacer sentir mejor a los nuestros. Eso sí, siempre cambiar alienta la esperanza de un futuro mejor que el presente.
Sea cual sea el cambio, siempre que este sea para bien, se requiere un esfuerzo no contemplado y nuevo, pero el solo hecho de iniciar la tarea ya es un paso positivo y una demostración de la fortaleza y la voluntad. Y alcanzar el cambio deseado es una expresión de orgullo. En sentido contrario, no intentar el cambio es señal de fracaso, de incapacidad, de frustración y de visión miope de la vida y de todo lo que podemos hacer con ella y de ella. El remordimiento puede ser enorme.
Todos conocemos casos de personas que se sienten mejor y viven más felices gracias a un cambio: Dejaron de fumar, superaron un duelo, consiguieron un mejor trabajo, ahorraron y compraron su casa, se graduaron, superaron diferencias con familiares… y todos ellos saben que el esfuerzo siempre vale la pena.
Quienes alcanzan las metas que se proponen disfrutan más la vida, mucho más si cambiar les significó un esfuerzo mayúsculo. Porque mientras más alta es la cima, es mejor la vista que se disfruta. Todos debemos revisar cuál es nuestra cima y de qué manera emprender el camino.
Y, pase lo que pase, más allá de los obstáculos, hay que soñar, con los pies en la tierra, pero nunca debemos vencernos, por difícil que parezca el camino. Solo la voluntad, razón y empeño de cada uno de nosotros nos podrá llevar al cambio deseado. *Rector UNAD