Claves del Cónclave que elegirá al sucesor del Papa Francisco
Resumen
El Cónclave para elegir al sucesor del Papa Francisco se realizará el 7 de mayo de 2025 en el Vaticano. Durante este evento, los cardenales se reunirán en la Capilla Sixtina, en estricta reclusión, para elegir, a través de votación secreta, al nuevo líder de la Iglesia católica.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Desde el miércoles 7 de mayo empezarán las votaciones en el Vaticano
La comunidad católica aguardará la fumata. Comenzará el ministerio de quien, con las llaves del reino en la mano, asumirá la responsabilidad de guiar a más de 1 200 millones de fieles en todo el mundo.
El Colegio Cardenalicio fijó el 7 de mayo de 2025 como fecha de inicio del Cónclave destinado a elegir al sucesor de Pedro. La convocatoria se realizó durante las Congregaciones post funus pontificis, sesiones formales en las que los purpurados ordenan los trabajos preparatorios antes del encierro definitivo que dará paso al nuevo Pontífice.
La fecha no admite variación. A partir de ese día, los cardenales se trasladarán a la Capilla Sixtina, cerrarán sus puertas con llave y someterán su discernimiento a las normas establecidas en la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, aprobada en 1996 por Juan Pablo II. El protocolo excluye cualquier influencia externa. El resultado dependerá exclusivamente del voto secreto de los electores.
Entender la naturaleza de este suceso exige remontarse a la institución del primado de Pedro. Mateo, publicano y recaudador de tributos, fue llamado por Jesús en Cafarnaúm, al margen del mar de Galilea.
La escena inspiró a Caravaggio para su lienzo en la Iglesia de San Luis de los Franceses, en Roma. Testigo presencial, Mateo escribió su Evangelio entre los años 40 y 50 de la era cristiana. En el capítulo XVI, versículos 13 al 19, narra el acto fundacional: “Tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi Iglesia… A ti te daré las llaves del reino”.
Autoridad moral y pastoral
Pedro se estableció en Roma en los primeros años de la década de 60 de nuestra era. Nerón lo condenó a muerte en el año 67, en el contexto de la persecución a los cristianos tras el incendio de la ciudad.
A partir de ese momento, el obispo de Roma asumió un papel de autoridad moral y pastoral que se consolidó gradualmente, a pesar de cismas entre iglesias latina y oriental.
El papado moderno se inició en 1870. La anexión de los Estados Pontificios al Reino de Italia eliminó el poder temporal de los Papas. Desde entonces, su misión se orientó exclusivamente al ámbito espiritual y a la influencia moral en la esfera internacional.
La reciente ceremonia fúnebre del Papa Francisco en la Basílica de San Pedro demostró esa vigencia. Mandatarios de todo el mundo participaron sin distinción de confesiones, reconociendo el valor diplomático y ético de la institución.
Elección papal bajo aislamiento estricto
La distinción jurídica entre Santa Sede y Estado de la Ciudad del Vaticano responde a una doble función. La Santa Sede constituye la persona jurídica bajo la cual el Papa ejerce su autoridad espiritual a escala global.
El territorio vaticano, con 44 hectáreas, asegura la independencia política y la neutralidad necesaria para el cumplimiento de sus cometidos. A pesar de su reducido tamaño y escasos recursos materiales, el Vaticano mantiene relaciones diplomáticas con la práctica totalidad de los Estados.
La producción doctrinal de los últimos pontífices incluye decenas de bulas, encíclicas y exhortaciones apostólicas. Los documentos abordan desde cuestiones teológicas hasta problemáticas sociales y políticas. Esa actividad normativa configura una de las herramientas más potentes del obispo de Roma para orientar a los fieles y a la comunidad internacional.
La elección papal bajo aislamiento estricto, llamado Cónclave –término que alude al cerrojo que asegura la reclusión– data del Concilio de Lyon II, en 1274.
Antes del encierro final, los cardenales participan en Congregaciones generales y particulares. En esos foros intercambian pareceres, convocan a teólogos y a expertos en distintos ámbitos, y establecen prioridades para la Iglesia y el mundo. Identifican los desafíos más urgentes y definen el perfil idóneo para asumir las “sandalias petrinas”.
Varios retos inmediatos de la Iglesia
El procedimiento de discernimiento se fundamenta en la fe y en la oración común. Esa dimensión espiritual modera los conflictos de interés y minimiza el peso de las alianzas internas.
Los análisis que usan el cónclave como analogía de una contienda electoral entre partidos resultan ajenos a la realidad. El proceso descarta infructuosas intrigas y retoma una tradición milenaria de obediencia a los procedimientos canónicos.
La votación se repite hasta alcanzar los dos tercios más uno de los votos de los cardenales electores. Los sufragios se queman tras cada ronda. El humo negro anuncia resultado negativo. El humo blanco, día y hora exactos incluidos, marca la elección del nuevo Papa. La fórmula de proclamación –“Habemus Papam”– seguirá dos constancias de rigor: el nombre elegido y el nombre de quien asume el ministerio petrino.
Los retos inmediatos de la Iglesia pasarán por la reforma de la Curia, el fortalecimiento de la vocación misionera, la atención a la crisis climática y la defensa de los más pobres. La próxima elección, convocada para el 7 de mayo, decidirá quién dará continuidad a las enseñanzas de Francisco y quién imprimirá nuevas líneas de acción.
