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En Bucaramanga estamos esperando que se restablezca el orden y la autoridad

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Resumen

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La administración del alcalde saliente de Bucaramanga, Juan Carlos Cárdenas Rey, ha sido un desastre. Los parques, que fueron intervenidos con el pretexto de su remodelación, están en obra negra, porque a la hora de contratar dejaron abiertas las llaves de la picaresca contratista, que subcontrata las obras como si se tratara de una mercancía, esperando que la debilidad moral de algunos funcionarios públicos les llene las alforjas con el cambio de diseños y la aplicación de reajustes al contrato original.

Se está cumpliendo un año de la feria de contratos adjudicados caprichosamente, bajo la figura de la ‘Urgencia Manifiesta’, como si hubiese ocurrido una terrible tragedia, ignorando que existen normas precisas en la constitución Nacional y en las leyes de la República de Colombia, que limitan y reglamentan ese tipo de facultades. Soñar como el pequeño príncipe, que se siente intocable a la hora de tomar decisiones en recinto cerrado con su flamante jefe de gobernanza, ha sido una de sus equivocaciones.

Vergüenza supina para el tránsito de vehículos y peatones por los alrededores de la Plaza Cívica ‘Luis Carlos Galán Sarmiento’ es la tela de color verde, totalmente derruida y desteñida, que ofrece el espectáculo de una zona de tugurios, abandonada al garete por la administración municipal de Bucaramanga. Los magistrados, jueces y empleados del Palacio de Justicia tienen que recogerse las botas de los pantalones, para saltar de charco en charco hasta atravesar el icónico lugar, donde se yergue majestuosa la silueta del líder asesinado en Soacha (Cundinamarca) por las hordas criminales del narcotráfico.

Mientras los habitantes de la capital de Santander y los ocasionales visitantes tienen que vérselas con el desorden de ventorrillos que invaden la calle 36 con las carreras 12 y 27 por  toda la avenida ‘Jorge Eliécer Gaitán’, centenares de vehículos aparcados en ambos carriles de la gran vía, impiden la movilidad en toda la zona histórica donde, de cuando en vez, aparecen unos ancianos agentes de la Dirección del Tránsito que manotean a diestra y siniestra para que se retiren los vendedores ambulantes, que se tomaron la calzada.

El alcalde Juan Carlos Cárdenas Rey  ha contratado en los últimos días una intensa propaganda radial para presentarse ante la opinión pública como el funcionario impecable, que habría rechazado todas las tentaciones de la picaresca contratista, mientras recomienda a su jefe de gobernanza para que la nombren en la gerencia de la Empresa Electrificadora de Santander, que hace doce años se la tomaron los antioqueños como coto de caza, al servicio de ‘Empresas Públicas de Medellín’, donde unas juntas directivas controladas por los personajes de siempre, en Santander y en Antioquia, aprueban con obsecuencia inaudita, lo que digan los empresarios colonizadores provenientes del universo paisa.

Valerosa actitud del nuevo alcalde de Bucaramanga, Jaime Andrés Beltrán Martínez, que tomará posesión del cargo la próxima semana y que ha anunciado la aplicación inmediata de medidas policivas, de carácter restrictivo, que permitan restablecer el orden en las zonas comerciales, invadidas por carros parqueados en las calles, mototaxistas y motociclistas piratas, que se sienten dueños de las vías públicas. Haber desempeñado la alcaldía de Bucaramanga y haber destruido los parques emblemáticos que representaban la historia real de la capital de Santander le pasará factura al saliente alcalde Juan Carlos Cárdenas Rey, porque están en marcha muchas investigaciones de la Fiscalía General de la Nación, encaminadas a revisar la gigantesca contratación oficial, donde se ocultan la improvisación y la codicia, de una pequeña gavilla que bajo el mando de la autoproclamada ‘Liga de Gobernantes Anticorrupción’, terminó destruyendo la belleza de Bucaramanga, que eran sus parques y avenidas.

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