Resumen
El caso de Yiya Murano, conocida como la "envenenadora de Monserrat", se hizo público en 1979 cuando se descubrió que había asesinado a varias mujeres envenenándolas con cianuro.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Hace unos meses, Martín Murano recibió un paquete que contenía un juego de tazas y una tetera que habían permanecido cerrados en una caja durante más de 40 años.
Este juego de porcelana tiene una carga terrible para él, ya que pertenecía a su madre, Yiya Murano, una asesina en serie que envenenó a varias de sus amigas en la década de 1970.
El caso de Yiya Murano, conocida como la "envenenadora de Monserrat", se hizo público en 1979 cuando se descubrió que había asesinado a varias mujeres envenenándolas con cianuro.
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El caso salió a la luz cuando las hijas de una de las víctimas solicitaron una autopsia después de que un portero afirmara haber visto a Yiya entrar y salir del apartamento de la víctima con un papel y un frasco. La autopsia confirmó la presencia de cianuro en el cuerpo de la víctima.
La investigación reveló que Yiya Murano era una usurera que recibía dinero de sus amigas prometiendo invertirlo en el mercado financiero. Cuando no podía pagar sus deudas, las envenenaba para evitar cumplir con los pagos.
A pesar de los indicios presentados en la investigación, Murano fue absuelta en un primer juicio y quedó en libertad. Sin embargo, en 1985, tras una revisión del caso, fue condenada a prisión perpetua por la Cámara del Crimen.
En 1993, Yiya Murano fue liberada debido a una reducción de su condena y murió en libertad en 2014.
Para Martín Murano, el hijo de Yiya, la historia de su madre ha sido una carga difícil de llevar. A pesar de que ella se ha convertido en una figura casi folklórica en Argentina, él no ve nada gracioso en su historia y recuerda a las víctimas que conoció y quería.
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El juego de tazas y la tetera que pertenecieron a su madre estuvieron embalados durante años, pero ahora serán subastados y el dinero recaudado será donado a un refugio de animales en Mar del Plata, una causa noble que Martín apoya. A pesar de la trágica historia de su madre, Martín encuentra consuelo en hacer el bien y ayudar a los demás, especialmente a los animales.
