ir al contenido

La desigualdad es inherente a la naturaleza humana

Por Gonzalo Serrano Orejarena - gonzaloso@yahoo.com
Versión Beta Reportar error

Resumen

Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
+ Google Noticias
+ Canal WhatsApp

Por Gonzalo Serrano Orejarena - gonzaloso@yahoo.com

Desde el momento en que nacemos somos desiguales, por muchas razones a saber: no pudimos escoger nuestros padres, no pudimos escoger el lugar donde nacimos, no pudimos escoger donde estudiamos, por esas tres razones jamás seremos iguales.

Unos nacieron en un palacio y son hijos de una dinastía o de un millonario, y otros en un rancho humilde y pobre con padres analfabetas; otros nacieron en un país desarrollado, con excelente calidad de vida y otros en un país pobre y subdesarrollado, con políticos ineptos y corruptos.

El filósofo español José Ortega y Gasset decía que el hombre es: “Yo soy yo, y mis circunstancias”, y hay circunstancias que nadie las   puede cambiar , sobre todo en los primeros años de cualquier ciudadano. Ahora bien, cuando ya es adulto, obviamente dependiendo de las circunstancias, el Yo puede mejorar o empeorar lo que recibió de sus padres, en los primeros años, y si es estudioso, disciplinado, trabajador y además inteligente y con aspiraciones muy seguramente tendrá éxito en la vida y a partir de esas premisas comenzará a ser diferente del poco estudioso, perezoso, indisciplinado y con vicios.

El primero, con el paso del tiempo será un profesional exitoso o un nuevo rico, sin necesidad de recibir una herencia y el segundo será pobre toda su vida, y será envidioso y su fracaso, según él, es culpa del establecimiento, razón por la qué hay que cambiar el sistema político.

Para solucionar estas diferencias y satisfacer el sentimiento primario de la envidia, que instiga las revoluciones sociales, había que cambiar el sistema político y apareció en 1848 la fórmula milagrosa:  El Manifiesto Comunista, teorías utópicas escritas por Carlos Marx y Federico Engels, que inspiraron a Vladimir Lenin, que nunca tuvo un empleo, lo sostuvo su mamá, para iniciar la revolución bolchevique junto con José Stalin y León Trotsky, para imponer el Comunismo en Rusia (Octubre 1917).

A Trotsky lo asesinaron sus compañeros de lucha política en México y muerto Lenin un par de años después de que le hicieron un atentado, le sucedió José Stalin, que nunca trabajó, pues era un seminarista ortodoxo.

Destronaron al Zar Nicolás II, lo asesinaron junto con su esposa Alejandra y sus cinco hijos y mataron a más de 20 millones de rusos para imponer “la igualdad  “o la doctrina política, económica y social llamada: comunismo.

La igualdad nunca apareció, al contrario, el resultado fue un pueblo subyugado por una dictadura comunista, empobrecido y unos dirigentes que han vivido como monarcas o reyes en medio del lujo y la opulencia.

Fue tal el empobrecimiento de la Unión Soviética, que el 25 de diciembre de 1991 se disolvió la URSS y 15 republicas se independizaron. Y todos los países desde 1917 hasta el día de hoy, que han instaurado regímenes comunistas se han empobrecido.​

No obstante, estas tristes experiencias, en Colombia se estableció el Ministerio de la Igualdad , con un presupuesto de 500mil millones y cientos de empleos, que jamás van a solucionar la desigualdad, porque solamente con crecimiento económico se mejora la desigualdad, y lo paradójico es que la ministra de este gabinete viaja en helicóptero y al reclamársele por este exclusivo privilegio, contesta a los que le reclaman: “de malas”.

Los líderes: comunistas, socialistas o progresistas nunca practican lo que predican.

La igualdad jamás existirá, pero la desigualdad si es susceptible de mejorarse, de hecho, el estadístico Italiano Corrado Gini, inventó una manera de medir la desigualdad, cuyos valores van de 0 perfecta igualdad y 100 como máximo nivel de desigualdad.

Colombia tiene un coeficiente de Gini de 51.5, que no es bueno, pero no estamos entre los peores. Los países que mejoraron la desigualdad lo consiguieron con crecimiento económico, para crear más empresas que generen empleo digno y bien remunerado; como Singapur, Taiwán o Corea del Sur, que hace 70: años eran más pobres que nosotros, y actualmente pertenecen a los 33 países más desarrollados del mundo. En esta lista no hay ninguno de Latinoamérica.

En conclusión: los hombres solamente somos iguales ante Dios y ante la Ley, todo lo demás es demagogia y populismo, que en lugar de mejorar la desigualdad la va a empeorar, como sucedió en la URSS y en China, que fueron los precursores del comunismo y más recientemente en Cuba y Venezuela.

Más reciente