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La Fiscalía está en medio de una tormenta perfecta

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Resumen

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Las instituciones de control y fiscalización de Colombia, en el inconsciente colectivo, gozan de un amplio respeto y credibilidad porque están para cuidar los recursos, los bienes, la vida y la seguridad de todos los ciudadanos.

Esos mismos sentimientos se espera profesar para con los funcionarios y personas que ostentan los cargos de mando en esas entidades, pero, en la última semana, la ya cuestionada Fiscalía General de la Nación, que viene de capa caída desde hace dos mandatos, volvió a saltar a la palestra del desprestigio por presuntos casos, documentados, de delitos administrativos y contra las leyes colombianas e internacionales.

Los denunciados casos de nepotismo, persecuciones laborales, engavetamientos de investigaciones para favorecer a algunos personajes de alto linaje en la vida nacional, las descalificaciones y contraacusaciones a los fiscales que han destapado ollas podridas que embadurnan a varios ‘cacaos’ colombianos, ponen a esta entidad como la más cuestionada por el actuar de sus cabezas visibles.

La Fiscalía General de la Nación es la entidad encargada de investigar y acusar ante los juzgados y tribunales a quienes se presuma, hayan cometido algún delito que atente contra la vida, la seguridad o los bienes de otro, previa investigación y recaudo de pruebas.

Pero contrario a este postulado, el Fiscal general, Francisco Barbosa, y la Vicefiscal, Martha Janeth Mancera, presuntamente, han incurrido en varios delitos que desdibujan la entidad, ponen en duda su real imparcialidad y su leal apego a la justicia y las leyes.

La difusión con contenido completo de varias grabaciones de audio y de documentos, por parte de los medios de comunicación, los cuales fueron presentados, en su oportunidad, editados, recortados o reimpresos con ajustes, pusieron a la Fiscalía en el ojo de una tormenta perfecta, porque en lugar de salir a aclarar las cosas, estos dos funcionarios se dedicaron a atacar a quienes osaran referirse a este caso.

Los gritos destemplados de Francisco Barbosa para amenazar, ofender o descalificar a quienes lo cuestionan, sólo son la ratificación de que cada vez que abre la boca, se hunde más en el abismo que él mismo cavó, por su incompetencia, bajo sus pies.

Marta Mancera, por su parte, encontró otra arma de defensa y es la de decirle a los periodistas que deberían preguntar sobre los que ella les diga, y no sobre las supuestas investigaciones que dejaron al descubierto grabaciones y documentos bastante comprometedores, con los cuales se demuestra que, presuntamente, al Fiscalía se dedicó a transgredir las leyes, y para ello utilizó todo su aparato de poder.

Resulta increíble que estemos ante un ente de fiscalización e investigación que haya direccionado esas labores para burlarse de los colombianos y pregonar decencia, cuando la corrupción campea en cada cajón de escritorio donde se han engavetado investigaciones y folios con resoluciones que favorecen a familiares, parejas sentimentales, amigos y allegados de estos funcionarios.

No estamos en contra de las instituciones. Las respetamos, defendemos, respaldamos y valoramos, siempre y cuando estas cumplan con sus funciones y quienes las dirigen sean intachables, no tengan mácula y puedan caminar con frente en alto, al cumplir con su deber.

Es el momento de que Francisco Barbosa y Marta Mancera empiecen a decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, porque ya Colombia nos les cree y ellos saben que -utilizamos una frase de cajón- ‘nada queda oculto bajo el sol’.

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