Resumen
Una profunda filosofía sobre el derecho a la vida para disfrutarla dentro del sosiego de la vida de familia y de la alegría que puede generar un país tan bello como Colombia.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Escuchamos sorprendidos los colombianos la nueva alocución del presidente de la República, Gustavo Petro Urrego, analizando la concentración del poder frente al valor de la vida humana y las consecuencias del cambio de mentalidad de esta sociedad pastoril por una sociedad marimbera y cocalera, que ha destruido los valores morales y ha creado un feudalismo monstruoso, donde se impone la codicia y el poder del más fuerte.
Una profunda filosofía sobre el derecho a la vida para disfrutarla dentro del sosiego de la vida de familia y de la alegría que puede generar un país tan bello como Colombia.
Un discurso con profunda filosofía de la vida y de los valores humanos de una sociedad, que creó nuevos paradigmas en la cultura del dinero fácil y del poder de las armas en manos de los monstruos del capitalismo moderno, donde la concentración de la propiedad se mueve de generación en generación, para perseguir a los pobres que no alcanzaron a tener un cuarto de tierra para cultivarla. Fue una alocución presidencial como pocas, en labios de un guerrillero arrepentido de las propias acciones ejecutadas en nombre de la libertad.
Estuvimos expectantes frente al mensaje televisivo, surgido de los labios del propio presidente de la república, Gustavo Petro Urrego, que muchos hemos tenido que odiar por pretender cambiar todas las instituciones de la nación como si quisiera ser el gran regenerador de este país, como lo fuera don Rafael Núñez, el único librepensador nacido en El Cabrero, muy cerca de la ciudad de Cartagena, donde hubo de concebir la Constitución de 1886, que fortaleció las tres ramas del poder público.
Un mensaje delirante a la nación, sumida en el océano de sus preocupaciones diarias por la falta de oportunidades para los más pobres y desvalidos de esta sociedad, mientras la codicia desatada por el dinero malhabido, por el fenómeno de la concentración del poder en unas pocas familias privilegiadas, ha creado monstruos como los narcotraficantes que desde hace medio siglo compran curules en el congreso de la república, financian equipos de fútbol profesional, colocan ministros, parlamentarios, agentes del cuerpo diplomático y cargos palaciegos en los escenarios del poder político, sin importarles la vida de quienes son asesinados todos los días para proteger la riqueza concentrada en unas pocas manos.
Que gran discurso el del presidente Gustavo Petro, trasmitido anoche a la nación por los canales de la radio y la televisión, para pedirle perdón a las madres de los jóvenes que fueron reclutados para la guerra y asesinados como animales en las zonas selváticas de esta nación, por el fanatismo desatado en desarrollo de una guerra fratricida que hunde sus tentáculos en los grupos armados ilegales, que han intentado apoderarse de las instituciones, atentando contra la felicidad de las grandes mayorías que anhelamos la paz y la reconciliación entre los hijos de una misma patria.
Saliéndose del esquema de un régimen totalitario, como el que han mostrado algunos medios de comunicación, parece haber llegado la hora de una gran convocatoria a todas las fuerzas sociales y políticas del país para el cambio de mentalidad que necesita Colombia.