Resumen
Los medios de comunicación somos guardianes de la verdad, obsesionados porque la sociedad esté bien informada y, sin caer en autoelogios, convencidos de que informar con veracidad y sin sesgos, es la mejor manera de construir y engranar Estado y sociedad.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)La polarización escabrosa en la que está sumido el país por cuenta de corrientes fanáticas que quieren imponer su radicalismo exacerbado, por encima del raciocinio, el análisis y la serenidad, han empezado a erigir un clima de espesa tensión que, cual olla de presión, puede estallar en cualquier momento, con consecuencias catastróficas.
El artero ataque que sufrió el edificio de la Revista Semana, en Bogotá, por cuenta de un grupo de la mal denominada guardia indígena, este viernes, es la prueba fehaciente de que nos enfrentamos a una sin salida y a una obstrucción peligrosa de los caminos de la tolerancia.
Durante el Paro Nacional esos mismos indígenas se indignaron, denunciaron, documentaron y reclamaron justicia porque personas vestidas de civil enarbolaron y accionaron armas de fuego en medio de la protesta, al lado de policías y militares, sin que hayan sido sometidos a las sanciones contenidas en las Leyes.
Los mal llamados ‘pacíficos’ recurren a vías de hecho en contra de los medios de comunicación, porque, dentro de esa polarización rampante, los han convencido de que hay prensa mala –la que no les solapa sus soterradas intenciones- o buena- la que se encarga de bordar con hilos de oro cada ejecutoria, buena o mala, del gobierno de turno.
Esos indígenas atacaron con desmedida virulencia las instalaciones de un medio de comunicación y maltrataron, golpearon y humillaron a un vigilante, perteneciente al pueblo-pueblo, ese que ellos pregonan a grito destemplado, defender y respaldar.
El estado de derecho tiene límites y no podemos salirnos de la línea de la Constitución. No es viable que esos grupos anárquicos le vendan la idea, al país, de que hay buenos y malos con derechos.
Tampoco lo es que se estigmaticen los medios de comunicación por la posición personal, individual y con ánimos de sobrefigurar, de unos pocos. Es bienvenido el debate, pero sin violencia y sin querer imponer, a rajatabla, posiciones fundamentalistas que sólo conducen a encrucijadas cada vez más difíciles de resolver.
Los medios de comunicación informamos, analizamos y opinamos, pero jamás imponemos criterios, pensamientos o líneas conductuales. La misión de nosotros es imparcial e independiente.
Nos regimos por el principio de que todos los ciudadanos tienen el derecho a estar bien informados y es por eso que nuestro deber es decir la verdad, siempre la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.
Rechazamos todo acto de violencia contara los periodistas, medios de comunicación y la sedes de los mismos. Es paradójico que esos indígenas que atacaron Semana para buscar justicia, según sus reclamos y arengas, recurran a los mismos métodos que rechazaron en un pasado cercano y que ahora sí toman como justo.
Los medios de comunicación somos guardianes de la verdad, obsesionados porque la sociedad esté bien informada y, sin caer en autoelogios, convencidos de que informar con veracidad y sin sesgos, es la mejor manera de construir y engranar Estado y sociedad.
Cada ataque, descalificación, amenaza u atentando en contra de nosotros, los periodistas o a los medios de comunicación, es sólo una acción cobarde de inadaptados que se equivocan al tratar de amedrentarnos porque, si no se han dado cuenta, con cada acción rastrera en contra de la libertad de prensa, nos hacen surgir más fuertes y con más ganas de cumplirle a la sociedad colombiana.