Libis Arenas rompe el silencio sobre su fallido paso por europa

En una emotiva entrevista con As Colombia, el exarquero Libis Arenas, figura de la recordada selección Colombia sub-20 de 2005, compartió su historia personal, marcada por los altibajos de una carrera que prometía mucho pero que terminó desviándose del camino esperado. A sus 37 años, Arenas no solo hace un repaso de sus vivencias, sino que alza la voz para reflexionar sobre los desafíos estructurales que aún enfrenta la formación de futbolistas en el país.

Arenas, quien fue titular en el equipo campeón del Sudamericano Sub-20 realizado en Colombia —donde compartió vestuario con nombres como Falcao, Guarín, Rodallega y David Ospina—, parecía destinado a un futuro brillante. Su talento lo llevó con apenas 18 años a la Lazio de Italia. Pero ese salto tan prematuro, reconoce ahora, terminó siendo una carga pesada. “Me faltó madurez, acompañamiento”, confesó, asegurando que el impacto emocional de llegar solo a una cultura e idioma desconocidos lo dejó vulnerable y aislado. “Me aburría mucho. En ese momento no creía en nadie, sentía que ya había logrado todo”, relató con honestidad.

El panorama se agravó con el paso del tiempo: lejos del respaldo necesario, terminó enfrentando una batalla contra el alcoholismo, una lucha que —según contó— logró superar recientemente. “Llegué [a Europa] creyendo que era una figura cuando en realidad no lo era. El desespero y la inmadurez me jugaron una mala pasada”, reconoció Arenas, quien debutó como profesional en Envigado con apenas 15 años. Ese ascenso vertiginoso, sin un sistema de soporte integral, lo empujó a un descontrol que terminó marcando su carrera.

Arenas fue enfático en señalar que muchos de los jóvenes futbolistas colombianos enfrentan el mismo riesgo. “Uno necesita un buen acompañamiento, que te digan las verdades, que no te den tanto contentillo. La parte mental hay que trabajarla mucho”, apuntó, subrayando la necesidad de fortalecer no solo el rendimiento deportivo, sino también la salud emocional y la educación integral de los jugadores.

En su análisis, el chocoano también fue crítico con ciertos aspectos de la cultura futbolística del país. “A veces nos mata el conformismo. Creemos que con llegar a la final ya logramos todo. El colombiano ha demostrado que puede más, pero falta esa mentalidad de campeón”, expresó, y agregó que el entorno debe dejar de celebrar lo mínimo para comenzar a exigir excelencia y continuidad en el rendimiento.

Hoy, lejos de los reflectores, Arenas se dedica a proyectos que buscan evitar que nuevas promesas del fútbol colombiano repitan su historia. Con una academia de arqueros ya en marcha y planes para abrir una escuela de fútbol, su enfoque es claro: formar con rigor, responsabilidad y acompañamiento humano. “Queremos hacer algo ambicioso, formar algo lindo”, afirmó con entusiasmo.

La historia de Libis Arenas es una advertencia y, al mismo tiempo, una esperanza. Es la voz de un talento que tropezó, pero que no se resigna a ser una estadística más. Desde su experiencia personal, el exarquero ofrece hoy una perspectiva valiosa para un país que sigue soñando con brillar en la élite del fútbol mundial.