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¿Qué hacer con el Área Metropolitana de Bucaramanga? Por Juan Manuel Álvarez Cruz

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Resumen

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En la columna del pasado 8 de diciembre, se enunciaron problemas estructurales del esquema asociativo que impide una verdadera planeación con visión metropolitana en Bucaramanga afectando la movilidad, la ejecución de proyectos, la sostenibilidad ambiental, el manejo de residuos sólidos y el desarrollo territorial al contar con una entidad que al día de hoy adolece de independencia técnica en la toma de decisiones, tiene un importante déficit presupuestal, exceso de burocracia, ha perdido autonomía financiera y  la coordinación del desarrollo armónico, integrado y sustentable de los municipios que la conforman. Si bien las anteriores parecen ser las causas de la problemática que presenta la forma en la cual los municipios del área metropolitana se relacionan, son la consecuencia de la falta de voluntad política de los actuales mandatarios que dejan una herencia difícil de manejar para los venideros.

Como primer punto para devolver la relevancia que algún momento vivió el Área Metropolitana de Bucaramanga (AMB) y generar legitimidad ciudadana en favor de la entidad, las fuerzas vivas de la ciudad bajo el liderazgo de los burgomaestres deben comprometerse con dejar atrás el individualismo para comprender que los problemas y las potencialidades no pueden resolverse en la escala municipal exclusivamente, entendiendo que el territorio es un sistema que debe ser administrado y planificado con una visión supramunicipal, sin la necesidad de crear un nuevo ente territorial que aglutine los cuatro municipios en un solo, evidenciando la poca capacidad que tenemos los santandereanos de concertar, acordar y desde la política, vista como el arte de gobernar, de encontrar soluciones a las diferencias con el vecino sin la necesidad de suprimirlo, yendo en contravía de principios de planeación urbana focalizada y descentralizada como en reiteradas oportunidades lo ha manifestado la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD).

Una vez comprometidos los municipios en trabajar de forma articulada y con el firme objetivo de robustecer la entidad, es necesario deconstruir el principio fundacional de la misma generando mayor participación a Girón, Piedecuesta y Floridablanca en la toma de decisiones con derechos y deberes que van desde la rotación de la presidencia de la junta directiva como bien lo anota Juan Pablo Remolina, Director de Prosantander, y el aporte equitativo mediante transferencia por parte de los entes territoriales antes mencionados que permitan el funcionamiento sostenible de la AMB. Respecto al modelo de gobernanza que debe ser reestructurado, es de anotar que, la Ley 1625 de 2013 aún no tiene reglamentación y con la llegada del Catastro Multipropósito se ha evidenciado la débil cohesión en estos esquemas asociativos que no han podido mantener la gestoría catastral unificada, razón por la cual, los cambios planteados deben ser realizados en un marco de igualdad entre los integrantes tal como lo plantea la Ley 2199 de 2022, sin que haya una posición dominante como actualmente detenta Bucaramanga.

Una vez reestructurado el modelo de asociatividad que recoja lo bueno que se ha hecho en la entidad y se corrija los problemas estructurales que se evidencian hoy en día con una visión moderna de la región, bajo un esquema de reglas claras de igualdad y el principio de no agresión, la propuesta de fusión en torno a un solo ente territorial aleja a los municipios, la invitación a ser parte como miembros o generar vínculos de colaboración con Lebrija y Rionegro en temas específicos como la movilidad, es esencial para la planeación del territorio. La primera es la ciudad intermedia que cuenta con el Aeropuerto Internacional “Palonegro” y la segunda, una importante despensa agrícola que genera seguridad alimentaría para Bucaramanga y sus conurbados, razón por la cual, es necesario que se unan a este gran proyecto.

Una vez alcanzados los retos de lograr la voluntad política de articulación metropolitana y cambios en el modelo de gobernanza basados en la igualdad de los integrantes con derechos y responsabilidades, la autonomía técnica y financiera de la entidad es el paso a seguir. Con la pérdida de la sobretasa ambiental, el AMB ha tenido que mendigar recursos para mantener en marcha servicios públicos como la movilidad y el catastro, cuyo funcionamiento no pueden depender de una decisión del mandatario del municipio núcleo ante la mirada despreocupada de sus pares metropolitanos. Respecto a la movilidad, gran problema que aquejan los bumangueses, la creación de un factor tarifario al transporte público puede ser una fuente de recursos que permita la sostenibilidad del sistema, y frente al catastro, uno de los puntos por destacar de la actual administración tanto del AMB como de la capital santandereana es la creación del FONDO ESPECIAL PARA LA SOSTENIBILIDAD DEL SERVICIO PÚBLICO DE CATASTRO, medida que debe ser adoptada por parte de Girón y Piedecuesta.

Aunado a lo anterior, la creación de un proyecto de ciudad – región a corto, mediano y largo plazo requiere de continuidad en los procesos y poca rotación en el personal, el cual debe ser capacitado y liderado por un equipo técnico articulador, con ideas, que conozca el territorio con la suficiente formación y visión para comprender que, si bien la planeación es un acto político, no puede estar al vaivén de la burocracia y la politiquería. En los últimos cuatro años, pasaron por la dirección del AMB más de cuatro directores con ideas disimiles respecto al manejo de la entidad y si hablamos de catastro, la rotación de personal y la falta de estabilidad laboral genera posible corrupción en contratistas y retrocesos en procesos necesarios para avanzar en la construcción del tan anhelado Catastro Multipropósito.

No es un secreto que el AMB hoy en día es irrelevante para gran parte de la ciudadanía, muchos desconocen la importancia de su existencia y las funciones que cumple en aras de afrontar los retos de un territorio que requiere romper paradigmas y generar cambios de mentalidad en la planeación urbana por el bien de quienes lo habitan. Es necesario ir más allá de los eslogan y discursos institucionales, la entidad no puede convertirse en un fortín político al servicio de unos pocos y depende de todos nosotros contar con un esquema asociativo robusto, articulado con las fuerzas vivas de la ciudad, que trabaje de la mano con alcaldes y sus dependencias para el desarrollo de los hechos metropolitanos, que como repositorio de datos genere ideas para la construcción de una región innovadora, prospera y sostenible para todos.

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