¿Qué le pasa a Jaime Andrés Beltrán?
Resumen
La gestión del alcalde Jaime Andrés Beltrán está marcada por decisiones tomadas más por lealtades religiosas que por competencia técnica, causando un distanciamiento con el concejo de Bucaramanga y revelando contradicciones frente a su propia fe.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Por: Oscar Jahir Hernández Rugeles
La política es un arte: se construye con la palabra, se sostiene con la coherencia y se legitima con la acción. Tres elementos que durante el gobierno del actual alcalde de Bucaramanga, Jaime Andrés Beltrán, no se han logrado consolidar por sus propios errores y los malos consejos de quienes lo asesoran, que en últimas, son los que más le han hecho daño a su proyecto político. Situación que se acrecentó por hacer de su fe un filtro para gobernar, privilegiando en su equipo de trabajo no a los más preparados, sino a los más cercanos a su iglesia.
Algo que cualquiera podría interpretar como significado de lealtad, pero que en la práctica ha sido una forma muy cómoda de blindarse con aplausos incondicionales y no con ideas. Rodearse de devotos antes que de técnicos puede funcionar en un sermón, pero no en una ciudad que exige gestión, decisiones difíciles y conocimiento real de lo público.
La fe puede ser una virtud personal admirable, pero convertirla en criterio de contratación termina siendo una peligrosa forma de excluir y gobernar con los ojos cerrados.
Una muestra de eso es el fracaso de su relación con el concejo de la ciudad, donde increíblemente después de haber sido doce años concejal, pareciera no entender la dinámica del mismo, bajo la creencia de que si Rodolfo pudo hacerlo solo, él también podría.
Y ahí aparece su tercer error, quizás el más revelador de sus contradicciones, porque andar diciendo que es el Bukele colombiano, atenta contra las sagradas escrituras que condenan fuertemente la falsa identidad, pues solo basta con leer Romanos 12:3 para entenderlo con tranquilidad: “No tengan más alto concepto de sí que el que deben tener, sino piensen de sí con sensatez.”
Pero cual sensatez está demostrando Beltrán, cuando sale a condenar al presidente Petro por decir que a los delincuentes hay que darles amor, pero se le olvida que él mismo en su acto de posesión subió a la tarima a Fredy, un ex integrante de la pandillas del Barrio Buena Vista, como la mayor demostración de que las personas sí pueden cambiar a través del afecto, la ayuda y la comprensión.
Ese mar de contradicciones tiene su origen en la necesidad constante de crear una imagen destinada a satisfacer la opinión pública en medio del temor de su caída y la incertidumbre de su futuro. Sin embargo, la ciudad está por encima de todo y, solo por esa razón, los concejales deberían ponerse al lado de los ciudadanos y servir como barrera de contención para que no se cometan errores como la entrega a cuenta gotas del empréstito de 350 mil millones de pesos disfrazado de proyectos de adición, o la aprobación del acuerdo del Par Vial de la 54, que sería en últimas la peor inversión en la historia de Bucaramanga.