Resumen
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)A Vladimir* lo señalaron de ser guerrillero por intentar salvar su propia vida. Su pecado fue tener una tiendita en una zona estratégica para los actores del conflicto armado que llegaban con fusiles a pedirle favores, y lo mejor era no negarse, porque sabía que se enfrentaba a una desaparición, un atentado, o peor, un asesinato inmediato.
Pero ese destino que no pudo evitar llevó a que lo marcaran como insurgente y que la Fiscalía, a la ligera, le imputara el delito de rebelión. Vladimir tuvo que esperar 7 años encerrado en casa por cárcel hasta que un juez por fin lo dejó en libertad y declaró que fue una víctima de la violencia y de la justicia.
La tienda de Vladimir, campesino de hace 50 años en la vereda Damas Bajas, estaba ubicada en Herveo, Tolima, cerca a un río y a las vías que conectan con el páramo de Letras. Hasta allá bajaban armados los guerrilleros del Frente Bolcheviques del Líbano pertenecientes al ELN, para que el tendero les diera víveres o les guardara municiones. Vladimir accedía a cambio de que respetaran su vida.
Pero la Policía de la zona concluyó que esas actividades del campesino supuestamente hacían parte de una red de apoyo criminal y que él estaba encargado de suministrar víveres, hacerle inteligencia al Ejército, guardar armamento y ser un informante para el ELN. Así quedó radicado en el escrito de acusación que le hicieron a Vladimir, cuando lo capturaron el 16 de diciembre de 2016. Un día antes, las autoridades le hicieron un allanamiento a su casa campesina y en ella encontraron material de guerra que contenía 150 cartuchos calibre 5.56 milímetros y 5 proveedores metálicos para fusil de uso privativo de las Fuerzas Militares.
Para los agentes fue suficiente material para culpabilizar a Vladimir, eso sin siquiera tener en cuenta su contexto, por lo que la Fiscalía le imputó el delito de rebelión. Sin embargo, Vladimir sabía que no era un guerrillero y no aceptó los cargos. La respuesta fue darle casa por cárcel mientras se resolvía su juicio.
Dos años después de su captura, la justicia comenzó a escuchar a los testigos para resolver de fondo sobre la libertad del campesino. El 26 de noviembre de 2018, un juez escuchó los testimonios que presentó la Fiscalía, entre ellos varios uniformados de la Policía y dos guerrilleros del mismo frente que ya habían sido condenados por rebelión. Esos testigos hablaron en contra de Vladimir y apuntaron a que era un insurgente más.