Un redimido guerrillero
Resumen
José "Pepe" Mujica, expresidente de Uruguay, dejó un legado de honradez, austeridad y sentido común. Redujo la desigualdad y pobreza, posicionando a su país como económicamente estable. Vivió con humildad hasta el fin de sus días a los 90 años.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Por: Carlos Iván Mantilla Velásquez
Un revolucionario coherente con sus pensamientos. Dotado de honradez, la misma con la que gobernó a su nación, consciente de sus equivocaciones de juventud y de los delitos en que incurrió como guerrillero, los que pagó con cárcel durante catorce años en condiciones infrahumanas; redimido de todo esto; las leyes y la democracia le permitieron luchar por sus ideales en el terreno político, convencido y reconociendo como muchos de que el comunismo es un fracaso.
Fue elegido presidente y logró conducir a Uruguay con dignidad. Así se despidió don José “Pepe” Mujica de este mundo el pasado 13 de mayo. QEPD.
Su mayor legado, es el ejemplo de vida que deja, basado en gran medida en el sentido común que empleó para tomar decisiones de estado, y en la austeridad, bandera de su gobierno y reflejo de la sobriedad con la que llevó su vida privada.
Durante su presidencia, 2.010-2015, logró posicionar a Uruguay como un país económicamente estable, con énfasis en el progresismo social, filosofía y política de su causa. Según las estadísticas, en su administración bajaron notoriamente los índices de desigualdad y pobreza; dos de los eternos y dramáticos males que padece este planeta.
Aunque no creyente, se abstuvo de rivalizar con los distintos credos. Fue un ser estoico, como él mismo se definía, libre de vanidades, pretensiones y reconocimientos. Es una lástima sí, para los que pensamos que la vida es sagrada, que: Mujica no hubiese considerado a Dios en su vida espiritual, esto muy posiblemente le hubiera evitado despenalizar el aborto, entre otros desatinos que tuvo.
En la tranquilidad de su casita campesina, donde vivió por más de cuarenta años, sin inmutarse, desde mucho antes de ser presidente, durante la presidencia y después de ello, a punto de cumplir los noventa años, terminó sus días junto a su amada compañera. Un gobernante del que deben sentirse orgullosos, supongo, los uruguayos, al margen de sus convicciones socio políticas.
Un izquierdista por naturaleza, sin resentimientos, que tuvo la capacidad de gobernar para todos sin distingos de clases sociales, políticas y económicas. Con sutileza y firmeza metió en un solo costal a pobres y ricos buscando el equilibrio de las cargas; redistribuyendo la riqueza por el lado tributario y vigilante del efectivo gasto social.
Un ejemplo de vida para tener en cuenta, sobre todo para aquellos gobernantes afines a su ideología que rondan por estos lares desprovistos de la honradez, coherencia y austeridad: virtudes de don “Pepe”.