Resumen
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Por: Edgar Julián Muñoz González. Las cuestiones relacionadas con la tierra tienden fácilmente al conflicto. Tratar las reclamaciones con el terreno, con el piso, con el polvo, es fundamental para crear paz. Lo difícil de toda esta ecuación es si es una paz efímera o sostenible. Yo no quiero entrar a polemizar sobre quién tiene la razón, el derecho o la autoridad para defender sus causas. En lo que a mí concierne, el 100% de los conflictos mundiales son por la tierra, ya sea para sacar recursos naturales, rezarle a la Pacha mama o para abrir un McDonald’s.
Actualmente, hay conflictos bélicos en Armenia y Azerbaiyán, Irán, Yemen, Etiopía, El Congo, Haití, y guerras en Ucrania, Israel y Siria. Absolutamente en todos, el problema se reduce a lo mismo. El argumento de “las deudas históricas” y querer saldarlas en la actualidad es lo que lleva a una paz efímera y a la guerra sostenible. Es lo que ha ocurrido entre Israel y Palestina, es lo que ocurre en Colombia. Y es cómico observar a Gustavo Petro y a Francia Márquez elucubrar sobre esas deudas que en nada mejora a nuestra nación. Por el contrario, divide y sumerge en resentimientos que, como lo dijo Zapateiro, son el preámbulo de una nueva guerra civil.
Ese cuento de que los indígenas (que andan en Toyota) están luchando por la tierra que le quitaron los españoles hace 500 años no se lo cree nadie. Dicen conservar la conciencia colectiva en su ADN, pero es el resentimiento que no los deja crecer socialmente en esta nación multicultural. Casi que podría asegurar que indígenas y afrodescendientes, la comunidad LGTBIQA+ y feministas, quieren permanecer marginados para seguir luchando por lo mismo, pretendiendo querer encontrar la “tierra prometida”, aunque añorando que nunca los dejen tranquilos para seguir esbozando odio; les cuesta reconocer los avances en la materia y cada vez son más agresivos.
La evidencia son el presidente y la vicepresidente que, ya en el poder, siguen en campaña y todos los días quieren que Colombia sea más racista. También la comunidad LGTBIQA+ que, ya inclusive con más derechos que los heterosexuales, no es suficiente y hasta quieren lavarle el cerebro a la gente para que piensen que el género es una idea y que la próstata y el útero son una construcción social. Pero es tonto seguirles la cuerda en lo político. En lo personal, pueden creer que son Mayimbú o el chapulín colorado.
Sin embargo, lo importante es entender la naturaleza humana para poder lidiar con la historia y el futuro. La tierra siempre cambiará de dueño; sea invadida, comprada o robada. Europa vivió en guerra hasta hace 70 años y volvió a ella hace dos. Todo por tierra. Han cambiado de nombre las naciones, desaparecido estados y se han formado otros. El conflicto Palestino-Israelí es tan complejo que opinar y ponerse a favor de alguno es una infamia. Ambos tienen derecho a existir, ambos tienen deseos de paz. Lo que ocurre es que cuando hay una agresión, se legitima una respuesta. El presidente Petro no condena el ataque de Hamás porque tomó partido; es evidentemente antisemita y, lo que es peor, carece de conciencia y razonamiento noble. Diferente es tener una posición neutral en esa guerra a justificar el asedio contra civiles. Eso es terrorismo y debe condenarse siempre.
No obstante, invadir territorios acribillando ciudadanos de todas las edades y géneros, como Mórdor en el Señor de los Anillos, y defenderlos, es de psicópatas. Si algún Estado o grupo lo hace, condénelo “ipso facto”. Es mejor ser oportuno que preciso. Las causas para una guerra pueden ser muchas, pero las consecuencias siempre serán las mismas, sea negociada o acabando con el enemigo. En el caso de Israel y Hamás ¿Cuál cree que conviene más para los implicados?
