Resumen
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Por: Braulio Mantilla. “En el principio era la danza y la danza era el ritmo. Y el ritmo se hizo carne. Todo está hecho por él, y sin él nada ha sido hecho”. Sergio Lifar
En los años 80 tuve la fortuna de conocer, a la talentosa directora Sonia Arias de Casadiego. Tuve la fortuna de estar en el mismo grupo con sus talentosas hijas Giselle y “Tona”. Pude ver una pieza (padede) entre Guiselle y Winston Berrio, en el pequeño auditorio de la cámara de comercio (que en ese tiempo era el espacio cultual más dinámico de la ciudad), quedando definitivamente enamorado de la danza. Siempre tuve el sueño de llegar a bailar con Guiselle. Con las experiencias posteriores, me convencí de que el “Amor escénico” era la mayor de las manifestaciones afectivas que se pudieran llegar a vivir.
La sutileza, la majestuosidad, la inconmensurabilidad de esos momentos, resultan muy conmovedores. Especialmente los que se realizan en una pieza de pareja (padede). Me imagino que la mayoría de los bailarines lo sienten (con sus respectivas particularidades). Deleuze decía que “El arte constituía un acto sobrehumano”. En mi consideración, lo es, sobre todo, cuando se vive con la intensidad de una manifestación tan plena como la Danza que precisamente pertenece a las llamadas “artes vivas”.
En la danza del país de los años 90, Santander tenía un buen grado de representatividad. Incolballet de Cali de Gloria Castro llevaba toda la delantera. Carlos Jaramillo de Tricknia Kavelius de Bogotá fue una de las propuestas de mayor interés. Gauderé de Cali, empezó a hacer Danza teatro, Coré de Barranquilla, y por otro lado Deuxalamori de Álvaro Fuentes (Bogotá) aportaban lo suyo, pero el dúo de Sonia Arias y su esposo el siquiera, libretista y dramaturgo Joaquín Casadiego (Bucaramanga), dejaron una huella con propuestas muy novedosas en la hasta ahora naciente danza teatro.
De esas fuentes, bebimos algunos artistas escénicos de la ciudad, sobre todo, en el caso masculino. Posteriormente vinieron otras figuras que tuvimos la oportunidad de salir al exterior (algunos lo hicimos en proceso ya muy posteriores); algunas jóvenes con recursos propios, y prácticamente ningún hombre, Eugenio Cueto fue uno de ellos. Pero el que mayor relevancia le dio a la danza de la región fue Jorge Arias, “Gachifo”, un extraordinario bailarín de origen popular (Zapamanga), que, a fuerza de pura capacidad propia, siendo uno de los bailarines más destacados de Sonia, tuvo que competir con escuelas y bailarines de todo el país, para alcanzar uno de los dos cupos que había para todo Colombia. Beca que le permitía estudiar Danza en una prestigiosa escuela de Francia. Aunque la joven Bogotana que también lo había logrado nunca viajó.
En la actualidad la EMA es muy buena posibilidad para la mayoría de las artes, habría que preguntarnos que tanto lo es para la danza. Hay aspectos muy valiosos, y procesos interesantes; más apoyos y posibilidades de salir al exterior. Tona sigue aportando desde su larga trayectoria. En el momento la figura de mayor importancia de la danza consideraría que es Alakxter (de origen chocoano). Tiene una enorme consciencia del movimiento y de sus engranajes técnicos y expresivos. Sobre todo, la sabe ubicar de muy buena manera, y ha superado el tecnicismo en el que se “quedan” atrapados la mayoría de los ejecutantes. Con frecuencias, solo se les puede ver repitiendo variaciones de rutinas muy “refritas”.
Gachifo, continuó adquiriendo una beca tras otras para poder continuar en Europa, se casó con una caleña, conformaron un pequeño grupo que funcionó algo más de tres años, pero las exigencias del arte y lo limitado de sus recursos a pesar de estar en el viejo continente, los llevaron a desistir. En el momento, ningún bailarín(a) santandereano ha pertenecido a una compañía de relevancia internacional.
Algunos han podido tomar clases en tal o cual escuela o taller. Han regresado y nutren con sus experiencias el espectro de la región. Las agrupaciones locales, tampoco tienen una gran representatividad ni en el país en el exterior. Es hora de pensar en una carrera universitaria profesional en danza como la tienen ciudades más pequeñas como Valledupar, Manizales o Neiva.
