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Colombia necesita partidos políticos fuertes

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Resumen

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No fueron claros los propósitos del constituyente delegado, que aprobó hace varios años la nueva constitución política de 1991, porque quedaron abiertas puertas y ventanas jurídicas para destrozar en mil pedazos la democracia de esta nación, donde existen treinta y seis (36) organizaciones electorales, la mayoría de ellas convertidas en empresas de familias. ¿Cuál puede ser la diferencia entre el Partido Conservador, fundado por Mariano Ospina Rodríguez y José Eusebio Caro hace casi dos siglos y el Partido Centro Democrático del expresidente Álvaro Uribe, que tienen los mismos ideales y la misma doctrina?  ¿Que parecido tienen las organizaciones electorales de la ‘Nueva Fuerza Democrática’ del expresidente Andrés Pastrana Arango y el Movimiento de Salvación Nacional de la Familia Gómez Hurtado?

Vale la pena decir y afirmar que estas cuatro vertientes políticas tienen afinidad de acción y de pensamiento, solo que hay cuatro familias colombianas que quieren mantener su egolatría para prevalecer en los escenarios de la representación popular, como si se tratara de organizaciones masónicas, atadas por el cordón umbilical de sus ambiciones personales. Que le dice al pueblo colombiano la Alianza Democrática Afrodescendiente – ADA – creada en las estancias cocaleras del departamento del Cauca por el exsenador Martínez Sinisterra, que fue socio político del ex senador santandereano Luis Alberto Gil Castillo.

De qué sirve la denominada ‘Liga de Profesionales Anticorrupción’, donde su principal accionista es el ingeniero santandereano Rodolfo Hernández Suárez, para ponerse a salvo de las investigaciones penales y disciplinarias derivadas de sus abusos de autoridad a su paso por la alcaldía de Bucaramanga. ¿Acaso puede el ingeniero Hernández ocultar por más tiempo las investigaciones por el escándalo del fallido contrato de las basuras, donde miembros de su círculo familiar iban a disfrutar una ‘Prima de Éxito’ que les aseguraba el contratista de la firma Vitalogic?

¿Cuál es la razón para recoger firmas de los ciudadanos y avalar una candidatura a la presidencia de la república, a la gobernación del departamento o a las alcaldías, cuando la mayoría de los partidos políticos incluyen en sus estatutos las mismas consideraciones y razones que les asistieron a los fundadores de los partidos históricos, que han sido las catedrales de la democracia?

De qué sirve ser conservador o liberal, si las mafias de contratistas intervienen en la financiación de las campañas electorales para comprometer los presupuestos nacionales, departamentales y municipales en la entrega de coimas del diez por ciento (10%) y hasta del veinte por ciento (20%), en la contratación oficial para enriquecerse a la sombra del erario público. ¿Dónde quedaron los principios tutelares de la ideología del partido conservador, cuando sus parlamentarios adhieren a un gobierno de estirpe comunista, como el que encabeza el exguerrillero Gustavo Petro Urrego, sin ruborizarse, como ocurrió el siete de agosto del año pasado?

Actualmente, cualquier partido político que coloque a nivel nacional el dos por ciento (2%) de la votación para cualquiera de los cargos de elección popular, tiene derecho a crear un partido político, como lo ha hecho el exsenador Roy Barreras Montealegre, que está disfrutando de los alamares de la diplomacia en Europa. La resurrección del partido Nuevo Liberalismo le ha permitido a la familia del exministro Luis Carlos Galán Sarmiento reconstruir el proyecto político que heredaron del inmolado mártir de la democracia. Gracias a esa circunstancia, su hijo, Carlos Fernando Galán Pachón ha sido elegido alcalde de Bogotá, el segundo cargo político más importante de Colombia, con más de un millón cuatrocientos mil votos

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