Resumen
El Maestro Botero se destacó porque fue uno de esos artistas que luchó a brazo partido para abrirse paso en un entorno obscurantista y ultra elitista
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)En Colombia han nacido personas que, con el paso de las décadas, se han convertido en únicas e irrepetibles y no hay detrás de ellos quienes pueden acercárseles en su creatividad, ni mucho menos superarlos.
En cada una de sus especialidades han descollado Gabriel García Márquez, Jairo Varela, Carlos Valderrama, Shakira Mebarak, Nairo Quintana, Rodolfo Llinás, Salomón Hakim, entre otros, han grabado, de forma indeleble, su historia en la humanidad.
Dentro de estos colombianos inigualables se destaca el irrepetible artista antioqueño Fernando Botero quien falleció este viernes en Mónaco, y su legado no ha sido seguido ni siquiera por sus hijos o nietos, porque esa mente brillante fue creadora de obras que son ‘de otro planeta’.
El Maestro Botero se destacó porque fue uno de esos artistas que luchó a brazo partido para abrirse paso en un entorno obscurantista y ultra elitista que le prohibió exhibir sus creaciones en algunas salas del país, pero con su rebeldía y el apoyo de muchas personas, logró dar certeras pinceladas para revertir esas negativas que trataban de opacarlo.
Al no ser Colombia un país de pintores, Botero tuvo que abrirse paso con sólo su talento, el mismo que descubrió cuando tenía unos cinco años de edad y él mismo se sorprendía porque sus dibujos le quedaban tan perfectos que quienes no lo veían realizarlos, dudaban que los trazos fueran de un chico de esa edad.
Su lucha fue encausada contra ese medio que tampoco creía que Colombia tuviera un genio en las artes plásticas y que le cerraban las puertas, pero en su lucha denodada, se convirtió en el más grande del país y ahora sus obras están regadas por todo el planeta y en cada ciudad del mundo donde existe una de esas creaciones, se venera al artista, al señor, al genio, al colombiano.
Fue tanta su pasión por el arte que se introdujo en el apasionante mundo de los artistas de la Época del Renacimiento, de cuyo trabajo aprendió las mil y una formas de los cromatismos y, con eso en su mente, empezó la inmersión en su propio mundo, transmutado en un artista universal.
Su partida deja un enorme vacío en el arte de Colombia y del mundo, porque no hubo, ni habrá, nadie que llegue a una producción y creatividad similar a la emanada de esa mente prodigiosa y esas manos hábiles y creadas para convertir lo mundano en arte inmortal.
Fernando Botero ha partido del mundo terrenal, pero vivirá de forma perenne en cada una de sus obras porque al mirarlas, ya nadie se fijará en las formas y colores, sino que verá en ellas al artista que no sólo fue una fuente de la que brotaba arte de forma continua, sino que es una inspiración para un grueso número de artistas jóvenes.
Dicen los expertos que el arte no tiene fronteras y eso se remarca en la vida del Maestro Fernando Botero cuyas obras se han repartido por varios países y, en este día de su fallecimiento, las ciudades donde reposan sus creaciones, se unieron en un homenaje que, más que póstumo, es el reconocimiento a un hombre que trascendió en su época y se convirtió en un inmortal excepcional e irrepetible.