Resumen
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Por: José Oscar Fajardo. La cadaverina es una biomolécula encargada del no muy agradable oficio que los cadáveres animales se descompongan, que expidan un olor extremadamente apestoso y que desaparezcan. Pero yo en mis ratos de ocio, en esos lapsos que, en realidad el cerebro-mente lo lleva a uno a pensar cosas que no tienen ningún sentido, pero que a la hora de la verdad y en un razonamiento profundo, de pronto tienen mucho más sentido que el que uno creía que tenían.
¿Por qué se jode un Estado? O más concretamente, cuál es la cadaverina culpable que un Estado se putrefacte, incluso hasta llegar a tener necrosis en gran parte de sus tejidos sociales. Pero ahí se presenta una dualidad filosófica y un interrogante demasiado verraco. Por qué el Estado no muere en su totalidad, en cambio sí tiene la posibilidad de regenerarse en todas sus partes y sus tejidos sociales averiados. Obvio, si los remedios llegan a tiempo y son eficaces.
Para este tipo de consideraciones de orden sociológico y político, lo primero que yo haría es precisar con exactitud matemática, quiénes son los gusanos del Estado, o qué se puede considerar cadaverina de los tejidos sociales que conforman el Estado.
Toca partir de la relación causa efecto. La herencia cultural de las comunidades de cualquier país americano, como es obvio, proviene de los conquistadores. En el caso colombiano, y aceptando la propuesta psicoanalítica de Freud sobre la herencia cultural, la nuestra es de origen español, puesto que las razones saltan a la cara.
Hijo de tigre nace pintado. Las cosas se parecen a su dueño. Como cada cuál reclama lo que le pertenece, según él, los que lucharon para sacar a los españoles que claramente eran invasores, es decir los libertadores, pues desde un principio se adueñaron del poder como premio a sus luchas liberadoras, creando élites políticas, castas de familias y mazacote de apellidos, lo cual ha durado hasta los días de hoy. Al crearse esa cultura de propiedad privada y en efecto de dominio total sobre los demás, se genera el punto de quiebre donde empiezan a elaborarse la putrecina y posteriormente la cadaverina social que mantendrá la gente en condición de necrosis social, pero curiosamente no de muerte total.
De antemano les aclaro que estas son elucubraciones estúpidas de un tipo cualquiera. Sobre las anteriores bases sociológicas se empezó a construir moral, basados en el concepto de la fase egocéntrica del Yo freudiano, desde el psicoanálisis, y de lo mío, mi familia y mis propiedades desde lo económico y lo sociológico.
Ese es el origen de los clanes familiares, y de los apellidos estruendosos. Ahí se concentra el poder del Estado colombiano, de unas familias altamente privilegiadas que lo han heredado culturalmente, y ahí está la fábrica más oprobiosa de putrecina y de cadaverina.
Claro que esto el lector debe entenderlo como si estuviera leyendo, “El extraño caso del doctor Jekyll y míster Hyde”, la novela de Robert Louis Stevenson. Donde unos, de día, son grandes personajes altruistas, adoradores de las gentes de todas las vertientes, benefactores de todas las comunidades, repito, de día. Y de noche, son malandros y hampones como el señor Hyde en la novela de Stevenson.
Y por último les comparto con gusto, que eso es lo gratificante de escribir literatura. Puesto que uno escribiendo se desquita, se desahoga, se hace limpieza espiritual de todas sus tristezas y de todas sus frustraciones, así muchos afirmen que uno es desadaptado.
Pero lo curioso y a la vez contradictorio, incluso repugnante, es que la mayoría de los que dicen que uno es desadaptado, sin quererlo se convierten en adoradores y esclavos de los más grandes productores de cadaverina y de putrecina, que no matan al Estado, pero si lo mantienen enfermo y a toda hora en cuidados intensivos. Y, además, viven enamorados de Marilyn Monroe y se masturban mentalmente.