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Directora del Centro de Memoria falleció esperando que EPS le suministrara un medicamento

Directora del Centro de Memoria falleció esperando que EPS le suministrara un medicamento

Resumen

Ana María Cuesta León, directora del Centro de Memoria, falleció tras una lucha prolongada contra una enfermedad agravada por la negligencia del sistema de salud. A sus 39 años, Cuesta era una defensora de las víctimas del conflicto armado en Colombia.

Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
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by Camilo Silvera

 

La Alcaldía Mayor de Bogotá confirmó este fin de semana el fallecimiento de Ana María Cuesta León, directora del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación y reconocida defensora de los derechos de las víctimas del conflicto armado en Colombia. Cuesta, de 39 años, murió tras una larga lucha contra una enfermedad que, según su familia, fue agravada por negligencias en la atención del sistema de salud.

“Comunicamos con profundo dolor la partida de nuestra directora y amiga (...). Su lucha por la memoria y la dignidad de las víctimas del conflicto armado y otras manifestaciones de la violencia en Colombia fue incansable e inspiradora”, señaló en un comunicado la Consejería Distrital de Paz, Víctimas y Reconciliación.

Aunque oficialmente no se informó la causa de muerte, familiares indicaron que Cuesta padecía hipertensión pulmonar asociada a lupus eritematoso sistémico, una enfermedad autoinmune que comprometía sus pulmones y sistema cardiovascular. Esta condición fue diagnosticada cuando tenía apenas 19 años, el 30 de enero de 2006.

Su vida estuvo marcada por constantes batallas legales contra su EPS, Famisanar, para acceder a tratamientos vitales. En 2010, siendo estudiante universitaria, recurrió a una tutela para que la entidad le entregara Ambrisentan, un costoso medicamento necesario para mantener su salud. En los últimos meses, su situación se agravó por el desabastecimiento de medicamentos esenciales: desde diciembre de 2024 no recibía Selexipag y desde abril tampoco el Ambrisentan.

“El medicamento principal lo encontramos en otra droguería, pero Famisanar dijo que no tenía convenio”, denunció su hermana, quien relató que Cuesta fue llevada de urgencias el 9 de junio a la Clínica Cardio Infantil. Allí pasó casi dos días sentada en una silla de espera antes de ser atendida. Su estado empeoró rápidamente: presentaba inflamación en las piernas, el corazón, los pulmones y la vena aorta.

Ana María perdió el conocimiento y fue ingresada en una camilla, pero no sobrevivió. En la madrugada del 11 de junio sufrió un paro ventricular y los intentos de reanimación fueron infructuosos.

“La EPS Famisanar le falló a ella, a nuestra familia, pero también al país, a la memoria, a las víctimas, porque ella quería vivir y tenía mucho más para dar”, declaró su prima, Lina León Darabos, al diario El Tiempo.

Durante más de una década, Cuesta trabajó con compromiso en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, siendo una voz clave en la defensa de los derechos de las víctimas del conflicto armado y en la construcción de memoria histórica. Su muerte ha generado conmoción en sectores sociales y humanitarios, que cuestionan una vez más las fallas estructurales del sistema de salud en Colombia.

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por Camilo Silvera

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